✊ La izquierda que no se repliega: movilización trotskista y resistencia social frente al avance libertario

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El 1° de Mayo mostró que la izquierda trotskista no solo mantiene su capacidad de movilización, sino que apuesta a posicionarse como el principal polo de oposición activa al gobierno de Javier Milei. En un contexto de ajuste, represión y parálisis sindical, el Frente de Izquierda Unidad (FITU) organizó actos multitudinarios que combinaron discurso político, base militante y una apuesta a disputar la conducción de la resistencia.

📍 Presencia en la calle como respuesta política

Mientras la CGT y la CTA se mantuvieron en una lógica de expresiones testimoniales y sin continuidad real, la izquierda trotskista desdobló sus intervenciones en dos escenarios clave: el microestadio de Ferro —organizado por el PTS— y la Plaza de Mayo, copada por el Partido Obrero. El mensaje fue claro: la oposición real no se expresa solo en el Congreso, sino en las calles.

La apuesta de la izquierda fue mostrar músculo político y social en un momento en que amplios sectores trabajadores, estudiantiles y jubilados empiezan a desilusionarse con el rumbo económico. La masividad de las convocatorias, sumada a la participación de delegaciones sindicales combativas, reveló que el FITU busca capitalizar ese descontento sin diluir su identidad ideológica.

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🔥 El “efecto Milei” que no vio venir el gobierno

Uno de los puntos destacados del acto en Ferro fue la intervención de Luca Bonfante, quien señaló que los discursos antiizquierda del presidente están generando un efecto inverso al deseado: “cada vez hay más pibes y pibas que eligen las ideas de la izquierda”. Este diagnóstico da cuenta de un fenómeno que el propio oficialismo subestima: la radicalización de franjas juveniles frente a un gobierno que, con su retórica agresiva, termina abriendo un espacio político que la izquierda sabe habitar.

Bonfante también cargó contra la CGT, acusándola de “dormir en sus asientos” y de no estar a la altura del momento. En ese sentido, la izquierda busca no solo disputar la calle, sino también la legitimidad del sindicalismo tradicional, proponiendo una alternativa que combine democracia de base, acción directa y autonomía de los partidos del régimen.

🚔 Represión y denuncias de proscripción encubierta

Horas antes del acto central en Plaza de Mayo, Vanina Biasi denunció que la Policía Federal detuvo colectivos que se dirigían desde el conurbano a la Ciudad. Más allá del hecho puntual, la acusación apunta a una tendencia preocupante: el uso del aparato estatal para obstaculizar la movilización opositora.

Biasi también puso el foco en el rol del gobernador Axel Kicillof, señalando que cede el territorio bonaerense a operativos coordinados por Patricia Bullrich. Esto abre una grieta dentro del progresismo: mientras algunos sectores ven en Kicillof un dique ante el avance liberal, la izquierda lo ubica como parte de un régimen en retirada que colabora —por acción u omisión— con la avanzada represiva.

🛠️ Un frente obrero en construcción

La convocatoria de trabajadores de más de 30 gremios, incluidos ferroviarios, subterráneos, docentes, aeronáuticos y trabajadores de empresas recuperadas, fue otro de los puntos fuertes del Encuentro en Ferro. En ese marco, el FITU impulsa una idea ambiciosa: construir una nueva central sindical democrática y combativa, capaz de enfrentar el ajuste con continuidad y sin ataduras a los partidos del sistema.

Cele Fierro, del MST, sintetizó esa línea estratégica: “La CGT no sirve más. Hace falta otra cosa”. Con ello, la izquierda apuesta a liderar una renovación sindical desde abajo, anclada en las luchas actuales pero con vocación de permanencia.

👊 Identidad, orgullo y memoria de lucha

El acto tuvo también un componente simbólico fuerte. Alejandro Vilca, diputado del PTS y referente indígena, reivindicó su identidad como “coya, recolector de basura, trotskista y zurdo”. Sus palabras, dirigidas contra figuras de la ultraderecha como Lilia Lemoine, articularon clase, etnia y política en una defensa explícita del derecho a resistir, incluso en contextos adversos. Su figura encarna una izquierda que se planta con orgullo ante la estigmatización y que se propone como heredera de cinco siglos de resistencia popular.


📌 Conclusión: una izquierda que se prepara para disputar más que la calle

En un escenario de polarización política, ajuste estructural y desgaste institucional, el FITU emerge como el único actor que combina presencia territorial, discurso coherente y estructura militante. Su desafío no es solo resistir a Milei, sino también superar el techo electoral histórico y proyectarse como una alternativa política real. La movilización del 1° de Mayo fue un paso en esa dirección: demostrar que hay otra forma de hacer política, con la clase trabajadora como sujeto y la calle como escenario.

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