Pese al relato oficial que celebra un superávit fiscal histórico, los datos muestran que el gobierno de Javier Milei está logrando ese resultado a costa de un brutal ajuste social y con maniobras contables vinculadas a la deuda pública. Por primera vez, desde 2025, el gasto en intereses de deuda capitalizados supera sistemáticamente lo destinado a la Seguridad Social, dejando en evidencia las prioridades del modelo económico libertario.
📉 Ajuste, recorte y deuda: la otra cara del “orden fiscal”
En su último aval, el Fondo Monetario Internacional (FMI) elogió la “ancla fiscal sólida” del gobierno y liberó un nuevo desembolso de USD 2.000 millones. Sin embargo, este aparente orden fiscal esconde un severo recorte en áreas clave como jubilaciones, educación, salud y obra pública. Lejos de ser fruto de una economía robusta, el superávit es consecuencia directa de una estrategia de licuación del gasto y priorización del pago de deuda financiera.
Según datos oficiales, en mayo y junio de 2025, el gasto en intereses capitalizables alcanzó los $6,5 y $6,3 billones respectivamente, superando a los $4,2 y $6,2 billones destinados a jubilaciones en los mismos meses. Es decir, el Estado argentino hoy gasta más en pagar deuda que en sostener el sistema previsional.
📊 Superávit contable, déficit real
El gobierno se apoya en una serie de instrumentos financieros (como LECAP, BONCAP, LEFI y PR17) que no devengan intereses mensuales, sino que los capitalizan, lo que permite ocultar su verdadero impacto fiscal. Esta ingeniería contable excluye estos pagos del cálculo del déficit, permitiendo a Luis Caputo y al Ejecutivo mostrar artificialmente un superávit que, según economistas consultados, no existe en términos reales.
De hecho, si se contabilizaran esos intereses como gasto corriente, el resultado fiscal de 2024 mostraría un déficit cercano al 2% del PBI, y para 2025 podría escalar al 5%, según estimaciones del Centro de Investigación de Economía Nacional (CIEN) y el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPYPP).
📉 Un modelo de deuda que asfixia al Estado
Según el economista Gustavo García Zanotti, el gobierno de Milei reemplazó la “bicicleta financiera” del Banco Central por una “bicicleta del Tesoro”, trasladando el peso del endeudamiento al presupuesto nacional. ¿El resultado? Menos plata para políticas sociales, más recursos destinados a rentas financieras.
“El Gobierno reduce el gasto público para pagar los intereses de la deuda. Esto implica un ajuste sobre áreas esenciales como salud, ciencia, educación y seguridad social, que impacta directamente en la calidad de vida de la población”, explica Zanotti.
Este fenómeno alcanza un nivel inédito: ni siquiera durante el gobierno de Mauricio Macri los intereses de deuda superaron al gasto en jubilaciones y pensiones, algo que sí está ocurriendo en 2025. En palabras del IPYPP: “Se trata de un hecho histórico en el que el sistema previsional deja de ser la principal partida presupuestaria del Estado nacional”.
📈 Riesgos de corto plazo: más deuda, menos sustentabilidad
La eliminación de los pasivos remunerados del Banco Central (como las Leliq) dio lugar a las LEFI, que ofrecían liquidez diaria a los bancos. Sin embargo, el intento de reemplazar estos instrumentos por LECAPs, con mayor riesgo y menor liquidez, provocó desconfianza en el sistema financiero. La consecuencia fue inmediata: una emisión monetaria de $10 billones en un solo día, una caída de la tasa de interés y una suba abrupta del dólar oficial a casi $1.300.
A esto se suman los desafíos del calendario: entre julio y agosto, el Tesoro enfrenta vencimientos por más de $50 billones, y lo hace dependiendo de nuevas emisiones a tasas cercanas al 40%, lo que acelera el crecimiento de la deuda pública en un contexto sin recuperación económica clara.
🧮 Conclusión: ¿superávit o bomba de tiempo?
Bajo la narrativa del orden y el equilibrio fiscal, el gobierno de Javier Milei esconde una profunda fragilidad estructural. El supuesto superávit no surge de una economía en crecimiento, sino del recorte brutal del gasto social y del uso de instrumentos financieros opacos que postergan el problema en lugar de resolverlo.
La deuda pública crece a un ritmo mucho mayor que el de la economía real, alimentando una bomba de tiempo que puede estallar cuando los vencimientos se acumulen y los mercados exijan condiciones más duras. Mientras tanto, la población sufre las consecuencias del ajuste y el Estado pierde su capacidad de respuesta frente a las necesidades sociales más urgentes.