En el marco de una sesión clave en el Senado, el presidente Javier Milei profundiza su estrategia de confrontación con los gobernadores, incluso con aquellos que, hasta hace poco, eran considerados aliados o interlocutores posibles dentro del espacio opositor. La jornada legislativa de hoy se anticipa como un punto de inflexión, no sólo en términos parlamentarios, sino en la forma en que el oficialismo redefine sus vínculos con el sistema político.
🧨 Una estrategia de poder al estilo Trump
Desde la Casa Rosada, voceros del oficialismo aseguraron que el Presidente encarará las negociaciones con un estilo “a lo Trump”, es decir, apostando a la tensión máxima, la polarización discursiva y la judicialización de las derrotas políticas. La idea que se desliza es clara: llevar cada conflicto al límite, incluso si eso implica vetos presidenciales, apelaciones judiciales o romper la dinámica de acuerdos con las provincias.
En un contexto de fragilidad económica y presión del mercado, el Gobierno entiende que mostrar firmeza puede reordenar la narrativa de control político. Sin embargo, también asume que este camino implica un alto costo institucional: el quiebre de los puentes con los gobernadores, incluso los de Juntos por el Cambio, puede paralizar el funcionamiento legislativo y complicar la implementación de políticas públicas en el territorio.
💬 “Tenemos un Presidente con pelotas”
La frase, atribuida a un funcionario de Balcarce 50, resume el tono de los pasillos de Casa Rosada: orgullo por una postura de fuerza, aunque sin evidencias de resultados concretos. El escenario es de máxima incertidumbre: el dólar sigue en alza, el riesgo país no cede y la confianza de inversores y del FMI empieza a resquebrajarse tras el episodio televisivo del ministro Caputo y los mensajes confusos del Presidente.
A esto se suma la denuncia lanzada por Patricia Bullrich y Guillermo Francos sobre un supuesto “golpe institucional” en el Senado, una acusación que busca blindar al Ejecutivo frente a una eventual derrota legislativa, transformando la política democrática en una disputa casi de supervivencia.
🧩 Gobernadores bajo presión, diálogo congelado
Aunque algunos gobernadores opositores buscan mantener canales de diálogo, desde el Ejecutivo se congelaron las reuniones. El ministro Francos, hasta ahora principal nexo con las provincias, dejó en suspenso cualquier encuentro futuro. El mensaje es claro: no hay espacio para la negociación si no hay subordinación.
En la práctica, esto deja a los gobernadores en una situación ambigua. Necesitan fondos, obras y transferencias —en especial ATN e impuestos coparticipables—, pero a cambio el oficialismo exige acompañamiento incondicional a su programa. Esa asimetría de poder, impuesta desde Nación, erosiona las bases de la relación federal y deja al Congreso como último contrapeso institucional.
⚠️ Milei refuerza su relato, pero arriesga el equilibrio político
Tras la reunión de Gabinete, Milei reforzó su perfil personalista y salió nuevamente a saludar al público en la puerta de Casa Rosada, flanqueado por ministros clave y su vocero. En términos simbólicos, el gesto pretende mostrar conexión directa con la ciudadanía, omitiendo los canales institucionales y despreciando a los actores tradicionales de la política.
En este clima de enfrentamiento, el Ejecutivo apuesta a sostener su relato: un Presidente enfrentado a una “casta” que busca sabotearlo, un plan de reformas bloqueado por la vieja política, y una ciudadanía que lo acompaña pese a las dificultades. Pero el riesgo es alto: sin alianzas estables, sin base parlamentaria firme, y con una economía inestable, el margen de maniobra del Gobierno puede reducirse drásticamente.
🔚 Conclusión: gobernabilidad en disputa
La jornada en el Senado marcará el pulso del futuro inmediato. El Gobierno confía en el impacto político de su narrativa confrontativa, pero la acumulación de enemigos institucionales —gobernadores, bloques parlamentarios y hasta aliados incómodos— puede derivar en un bloqueo de gestión y una mayor fragilidad frente a los desafíos económicos y sociales.
Si Milei logra imponer su voluntad, habrá consolidado un estilo de gobierno autoritario en lo político y centralista en lo institucional. Si no lo logra, enfrentará el dilema de recomponer relaciones o radicalizar su aislamiento. Ambas salidas implican costos y reconfiguran el mapa político hacia 2025.