En su mensaje por el Día del Trabajador, Javier Milei volvió a recurrir a una de sus estrategias predilectas: la confrontación. Esta vez, el foco estuvo en deslegitimar el trabajo periodístico, presentar datos económicos sin respaldo empírico y, en un movimiento llamativo, buscar resignificar su relación con el Papa Francisco.
🗞️ Ataque directo a la prensa: cuando el enemigo es la crítica
En plena crisis social y económica, Milei eligió subir el tono contra el periodismo. En lugar de responder con datos verificables o abrir canales de diálogo institucionales, el Presidente advirtió que llevará a la Justicia a periodistas que –según él– “mintieron” sobre su gestión. Apuntó especialmente contra comunicadores de LN+ y volvió a sugerir que hay una operación mediática sistemática “contra su persona”.
La amenaza de judicialización del trabajo periodístico no es menor. Refleja un intento deliberado de amedrentar y disciplinar el discurso público, una actitud cada vez más común en su comunicación. Más que rebatir argumentos, Milei apunta a desacreditar a los emisores, lo que no solo deteriora la libertad de prensa sino que también limita el margen de fiscalización democrática.
📈 Economía: datos sin fuentes y promesas inflacionarias
El otro eje del discurso fue económico. El Presidente aseguró que la Argentina “está creciendo al 10%” y que “la inflación de abril podría ser menor que la de marzo”. Sin embargo, las cifras que citó no fueron acompañadas de fuentes oficiales ni informes técnicos, y contrastan con la caída real del empleo, el consumo y la producción industrial registrada por consultoras y organismos.
Lejos de reconocer el impacto del ajuste sobre la vida cotidiana, Milei insiste con la idea de una economía “estabilizada” y en camino al crecimiento. En este marco, vuelve a prometer que “la inflación será historia” para mediados de 2026. La apuesta, claramente, es retórica: un futuro prometido que se construye sobre indicadores desmentidos por la realidad.
⛪ Del “representante del maligno” al aliado inesperado
Uno de los momentos más desconcertantes del mensaje fue su mención al Papa Francisco. Después de haberlo calificado como “el representante del maligno en la Tierra”, Milei intentó reconstruir un vínculo afectuoso y político con el pontífice. Aseguró que funcionarios de su gabinete hablaban periódicamente con él y que Francisco le pedía que “cuidara a los pobres”.
El cambio de tono responde, posiblemente, al intento de suavizar su imagen tras la muerte del Papa, pero también a una necesidad política: reconectar con sectores populares y católicos, especialmente en momentos donde el ajuste recae sobre los más vulnerables. Al apropiarse del legado del Papa en términos de sensibilidad social, Milei intenta mostrarse como alguien que también “cuida”, aunque los indicadores sociales cuenten otra historia.
🎯 Conclusión: entre la hiperpersonalización y el relato sin anclas
Javier Milei parece haber elegido una forma de gobernar profundamente personalista, donde la confrontación reemplaza al debate y el relato se impone sobre los hechos. Su discurso no busca consensos, sino reafirmar lealtades. Ataca a la prensa, reescribe vínculos pasados y proyecta un país en crecimiento sin ofrecer sustento empírico. Lo que está en juego no es solo la veracidad de los datos, sino la calidad misma del sistema democrático.