Con el cierre del plazo para la inscripción de frentes electorales en la provincia de Buenos Aires, el escenario político quedó delineado, aunque cargado de tensiones internas, realineamientos forzados y una disputa feroz por el control del territorio más codiciado del país. La provincia se convierte así en el campo de batalla donde se proyectan tanto las ambiciones nacionales como los reclamos territoriales, en un clima de creciente polarización.
🔵 El peronismo logró la unidad, pero con fisuras
Tras semanas de negociación, el peronismo logró consolidar su unidad bajo el sello Fuerza Patria, una coalición que reúne al PJ, el Frente Renovador, La Cámpora, el Frente Patria Grande, entre otros. Sin embargo, detrás del anuncio de unidad persiste una lucha sorda por el control de las candidaturas y la orientación estratégica del espacio.
En el centro del armado estuvieron Axel Kicillof, Sergio Massa y Máximo Kirchner, quienes debieron ceder y negociar en partes iguales para evitar fracturas. El esquema de “unidad con generosidad” oculta las tensiones acumuladas: el gobernador defiende su capital de gestión, La Cámpora busca conservar influencia territorial, y el Frente Renovador quiere mantener peso legislativo.
La tercera sección electoral, la más gravitante en votos, es el punto más conflictivo. La pulseada entre Verónica Magario y Mayra Mendoza por ese liderazgo refleja cómo, incluso dentro del frente peronista, persiste una disputa entre liderazgos clásicos y nuevos. El proceso de selección de candidaturas, que se extenderá hasta el 19 de julio, será clave para medir el verdadero alcance de esta unidad.
🟣 El PRO se disuelve en La Libertad Avanza
Del otro lado, la gran novedad política es la absorción del PRO por parte de La Libertad Avanza (LLA). Lo que en otros tiempos fue la fuerza hegemónica de la oposición, hoy queda subsumida bajo el liderazgo de Karina Milei y el color violeta del partido presidencial. Más que una alianza, fue una rendición táctica ante el peso electoral de Javier Milei.
Pese a la resistencia inicial de intendentes históricos y de los primos Macri, la evidencia de las encuestas fue lapidaria: “solos, no llegamos a 10 puntos”. La dirección libertaria impuso condiciones, se quedó con el control del armado y desdibujó por completo la identidad del PRO, que apenas negoció representación en algunos distritos.
Este reordenamiento expresa una crisis de identidad del macrismo: pasó de liderar la oposición a convertirse en fuerza de acompañamiento, sin condiciones ni programa propio. Lo que queda del PRO depende ahora de La Libertad Avanza y su estrategia de confrontación total con el kirchnerismo. La lógica que impusieron es clara: “no hay lugar para los tibios”.
🟠 La “avenida del medio” busca consolidarse
En paralelo, surgió un tercer espacio que intenta interpelar a quienes no se sienten representados ni por el oficialismo peronista ni por el libertarismo gobernante. El frente “Somos Buenos Aires”, liderado por Facundo Manes, reunió a sectores de la UCR, el espacio de Schiaretti, intendentes peronistas alejados de Kicillof y hasta sectores dialoguistas del PRO.
Este intento de construir una alternativa de centro expresa el vacío que dejó la implosión de Juntos por el Cambio y el desencanto con el rumbo del Gobierno nacional. Sin embargo, su potencial electoral todavía es incierto, y su consolidación dependerá del ordenamiento interno y de la capacidad de ofrecer una propuesta programática concreta frente a los discursos extremos.
🧭 Lectura política: fragmentación, pragmatismo y territorios en juego
El cierre de alianzas en Buenos Aires no solo define nombres y colores partidarios. Expone la crisis de representación de los partidos tradicionales, el uso pragmático del poder territorial, y la emergencia de nuevas formas de hacer política: más verticalistas, menos ideológicas y profundamente centradas en la maquinaria electoral.
Mientras el peronismo apuesta a conservar la provincia como último bastión de poder, La Libertad Avanza busca consolidar su dominio nacional expandiendo su hegemonía territorial. En el medio, una franja intenta rescatar el diálogo, pero deberá demostrar volumen electoral real para no quedar en el olvido.
Con el cierre de alianzas resuelto, empieza ahora una carrera contrarreloj por las candidaturas y los liderazgos locales, donde cada sector medirá fuerzas y negociará poder. El 7 de septiembre será la primera gran prueba de este nuevo mapa político bonaerense.