Cuarenta y un años después de su desaparición, los restos de Diego Fernández Lima aparecieron en el jardín de un chalet. La Justicia ahora apunta a un excompañero de colegio que vivía allí como principal sospechoso.
Este caso vuelve a abrirse con fuerza: los restos de Diego Fernández Lima, desaparecido en 1984, fueron hallados en el jardín de un chalet que pertenecía a un excompañero suyo. Ese merendaba con Diego, compartió la secundaria en la ENET N° 36 y hoy es el principal sospechoso de una muerte violenta con intento de descuartizamiento.
Un testigo que vive en el exterior, exalumno de la misma escuela, aportó el vínculo clave: Diego y Cristian Graf, así se llama el señalado, eran amigos y sus apodos, “Gaita” y “Jirafa, los unían desde preescolar. Su testimonio, vía Zoom, podría derivar en una indagatoria, aunque la causa corre riesgo de prescribir por el paso del tiempo.
El Equipo Argentino de Antropología Forense identificó mediante ADN al joven y determinó que murió por una herida punzante en la costilla y sufrió claras señales de violencia y manipulación del cuerpo antes del entierro. El cuerpo estuvo enterrado a apenas unos centímetros bajo tierra, sin ser detectado por décadas.
Familiares y excompañeros siguen inmersos en una conmoción histórica. Aunque la Justicia avance en intentar reconstruir los hechos, la prescripción amenaza con dejar impune un crimen que permaneció enterrado literalmente por más de 40 años en plena Ciudad de Buenos Aires.