Thaddeus Daniel Pierce nació el 26 de julio en Ohio y rompió un récord histórico: proviene de un embrión criopreservado hace más de 30 años, en una época en la que la fertilización in vitro recién comenzaba a desarrollarse.
El embrión había sido creado en 1994 por una pareja que logró tener una hija con el primero de los cuatro embriones generados. Los otros tres quedaron almacenados durante tres décadas, hasta que Linda Archerd, madre biológica, optó por la adopción de embriones, un proceso común en entornos religiosos de EE.UU., que considera al embrión como una vida humana completa.
Fue así como los embriones llegaron a Lindsey y Tim Pierce, una pareja cristiana de Ohio que logró el nacimiento de Thaddeus tras un proceso médico complejo: uno de los embriones no sobrevivió, otro no prosperó tras la implantación, pero el tercero sí lo logró 👶.
❄️ Ciencia, fe y un parto récord
Los embriones habían sido congelados con métodos antiguos, lo que dificultó su descongelación. Aun así, uno de ellos sobrevivió y se convirtió en el pequeño Thaddeus, superando el récord anterior de embriones congelados durante 30 años.
El caso reabre el debate sobre la ética de la criopreservación, el rol de la religión en la medicina reproductiva y los criterios de selección en la adopción de embriones, que en algunos casos incluyen requisitos discriminatorios.
🧬 Una historia que plantea dilemas
En EE.UU. hay más de un millón de embriones congelados, y las opciones legales suelen ser limitadas: usarlos, descartarlos, donarlos o adoptarlos. En medio de esta realidad, Thaddeus representa no solo un hito médico, sino una reflexión profunda sobre cómo la ciencia modifica nuestras ideas sobre el tiempo, la familia y la vida misma.
