El Gobierno desató la segunda ofensiva para sofocar el escándalo de los audios: la respuesta relámpago de los primos Menem

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En medio de un fin de semana cargado de tensión política y un clima de incertidumbre, la Casa Rosada puso en marcha la segunda etapa de contención frente al escándalo de los audios que sacudió al oficialismo. La crisis, que estalló con acusaciones de coimas y maniobras turbias en el sector de la salud, obligó a una reacción inmediata del círculo más íntimo del poder.

La maniobra fue planificada con velocidad quirúrgica. En cuestión de horas, Martín y “Lule” Menem delinearon la primera respuesta pública para intentar frenar el avance de la tormenta mediática y política. La jugada no solo buscó dar señales de control, sino también blindar al Gobierno ante lo que ya muchos describen como la crisis más explosiva de la gestión.

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El operativo incluyó reuniones de urgencia, llamados cruzados y una redacción frenética de los mensajes que saldrían a la luz. Nada se dejó librado al azar: el objetivo era instalar la idea de una conducción firme y cohesionada en medio del vendaval.

El trasfondo es claro: los audios no solo desataron un terremoto interno, también pusieron bajo la lupa a figuras clave y encendieron las alarmas en el corazón del poder. Por eso, la reacción de los Menem no fue un simple comunicado, sino un intento desesperado de marcar el rumbo y contener un incendio que amenaza con expandirse cada hora.

Lo que comenzó como un escándalo sectorial ya se transformó en un temblor que compromete la estabilidad del Gobierno. Y el contraataque, liderado por los hombres fuertes del oficialismo, confirma que la batalla apenas empieza.

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