Los datos de julio muestran un freno preocupante en dos sectores clave para la economía argentina. La caída de la actividad industrial y de la construcción refuerza la sensación de estancamiento y aleja las expectativas de una reactivación sólida.
En julio, la actividad industrial y la construcción sufrieron retrocesos que interrumpen la tibia recuperación observada en los meses anteriores. La industria bajó levemente respecto a junio, mientras que la construcción mostró una contracción más marcada, afectada por la caída de la inversión pública y privada, así como por la menor demanda de insumos. La desaceleración golpea a sectores estratégicos que venían traccionando el crecimiento tras la recesión prolongada del último año.
A pesar de estos retrocesos mensuales, el acumulado anual sigue en terreno positivo: la industria creció casi un 6 % en los primeros siete meses del año y la construcción, más de un 9 %. Sin embargo, los datos de julio confirman que ese crecimiento no logra consolidarse como una tendencia firme, y que las mejoras siguen siendo puntuales y desiguales, dependiendo del tipo de actividad, región y escala de las empresas.
El enfriamiento económico responde, en parte, a un contexto de inflación persistente, tasas altas, y restricciones presupuestarias que limitan tanto el consumo como la obra pública. Sectores como alimentos, automotriz y textiles fueron los más golpeados, mientras que otros, como maquinaria agrícola y muebles, mostraron algo de resistencia. En este escenario, analistas y empresarios coinciden: sin un cambio de condiciones macroeconómicas, la reactivación será lenta, parcial y muy frágil.