Independiente vuelve a respirar. Después del infierno vivido en el partido de Copa Sudamericana frente a la Universidad de Chile, el Estadio Libertadores de América recibió el visto bueno para abrir nuevamente sus puertas. El fiscal pidió al juez autorizar el levantamiento de la clausura y todo indica que el Rojo podrá jugar como local este sábado ante Banfield, aunque con una sanción parcial: la tribuna Pavoni permanecerá cerrada por dos partidos.
El recuerdo de aquella noche caótica sigue fresco: corridas, piedrazos, butacas volando, heridos y una batalla campal que le dio la vuelta al mundo. Esa violencia dejó al club en el ojo de la tormenta y encendió todas las alarmas en Avellaneda.
Ahora, para evitar que el infierno se repita, Independiente firmó un acta de compromiso con estrictos protocolos de seguridad. Habrá controles combinados entre seguridad privada y fuerzas policiales, cámaras reforzadas y un operativo “blindado” para contener a las barras y garantizar que la pelota vuelva a rodar sin sobresaltos.
El regreso del Rojo a su casa se vive con expectativa, tensión y cierta desconfianza. Los hinchas sueñan con volver a alentar en el Libertadores, pero la advertencia es clara: cualquier nuevo desmán podría sellar otra clausura fulminante. Avellaneda, otra vez, se prepara para un sábado que promete ser de alto voltaje.