En plena renovación partidaria, Cristina impulsa la continuidad de su hijo al frente del PJ bonaerense. Se avecina una pulseada interna que podría redefinir el poder en la provincia.
La conducción del Partido Justicialista bonaerense entra en un momento decisivo: debe renovar sus autoridades y el cristinismo endurece su apuesta para que Máximo Kirchner continúe al mando. Detrás de esa estrategia está el deseo de evitar rupturas internas y consolidar un bloque fiel a la línea que marca Cristina Kirchner.
No todos los sectores ven con agrado esa continuidad asegurada. Hubo voces críticas dentro del peronismo bonaerense que plantean la necesidad de una renovación real, de apertura y armado plural. La tensión entre quienes piden revalidar liderazgos y quienes exigen debates más amplios empieza a marcar el escenario político.
La elección interna será un test de fuerza: quién logre imponerse definirá no sólo la gestión del partido en la provincia, sino también el balance de poder dentro del justicialismo nacional. Los movimientos de alianzas, los apoyos territoriales y las maniobras políticas determinarán qué PJ bonaerense asume de aquí en adelante.