Hace 15 años, Argentina se estremeció con el secuestro y asesinato de Matías Berardi, un adolescente de 16 años que volvía de su fiesta de egresados. Pudo escapar de sus captores, corrió, gritó, pidió ayuda… y nadie lo socorrió. La indiferencia de los transeúntes selló su destino. Lo recapturaron y lo asesinaron.
Sus padres, María Inés Daverio y Juan Pablo Berardi, siguen hoy reconstruyendo su memoria en cada foto, cada objeto, cada recuerdo digital de un hijo que la sociedad dejó solo cuando más lo necesitaba. “Por respeto a él, tratamos de sobrevivir y darle felicidad a nuestros otros hijos”, dice Juan Pablo, con la voz cargada de dolor.
La historia de Matías no fue solo un secuestro: fue un grito de alerta sobre la indiferencia de quienes podrían haberlo salvado. La noche del 27 de septiembre de 2010, Matías bajó de la combi que lo traía de la fiesta. Tres integrantes de un clan familiar lo secuestraron y lo encerraron en un taller de herrería en Benavidez. Durante su huida, golpeó puertas, corrió por las calles, pidió ayuda una y otra vez… y nadie se detuvo. Algunos miraron, otros se hicieron los distraídos. “Una de las cosas que más nos dolió fue la falta de solidaridad”, recuerda María Inés.
El asesinato fue brutal. Richard Fabián Souto, líder de la banda, disparó a Matías por la espalda. La justicia tardó, pero finalmente condenó a los responsables con penas de prisión perpetua. Las hijas del clan, menores en el momento del crimen, también fueron sentenciadas años después.
Hoy, quince años después, los Berardi siguen reclamando no solo justicia, sino también conciencia social. Organizan eventos, campañas solidarias y recordatorios de su hijo, intentando transformar el dolor en acción. Porque la historia de Matías es un espejo de lo peor de nuestra sociedad: cuando un adolescente pide ayuda, el silencio y la indiferencia pueden ser letales.
El caso sigue siendo un símbolo de alerta: la falta de solidaridad puede matar, y el recuerdo de Matías Berardi sigue latiendo en cada memoria que exige justicia y empatía.