En medio de la crisis económica y las peleas internas, Javier Milei apuesta a “reiniciar” su gobierno. Manuel Adorni, ahora jefe de Gabinete, promete coordinación y eficiencia. Pero en la Rosada se respira caos, egos desbordados y desconfianza entre los propios funcionarios.
Javier Milei quiere relanzar su gestión. Lo hace de la mano de su nuevo jefe de Gabinete, Manuel Adorni, quien llegó con la misión de ordenar un Gobierno que hasta ahora no logra coordinar ni sus propios discursos.
Adorni detectó lo que todos ya sabían: un vacío total de conducción entre los ministerios. Su idea es diseñar una “hoja de ruta” con prioridades para los próximos dos años, algo que deberá aprobar el propio Presidente. Detrás del discurso de “reorganización”, en la Casa Rosada se esconden roces, recelos y un gabinete dividido.
El flamante funcionario mantiene reuniones con cada ministro para intentar que las áreas “trabajen en conjunto”. Pero los egos y las internas pesan más que las promesas de eficiencia. Las salidas de funcionarios ligados a Guillermo Francos revelan que la purga dentro del Gobierno está en marcha.
Mientras tanto, el país sigue sumido en la incertidumbre. La inflación golpea, los sueldos caen y el humor social se deteriora. Desde el entorno presidencial aseguran que Adorni “ya hizo más que Francos”. Pero en la calle, pocos lo notan.
Entre reuniones, gestos simbólicos y declaraciones grandilocuentes, Milei busca mostrar control. Sin embargo, detrás del marketing político, su gobierno continúa sin rumbo claro.
El supuesto “relanzamiento” parece más un intento desesperado por recuperar autoridad que un verdadero plan de gestión.
