Las tasas de plazo fijo volvieron a desplomarse y los ahorristas sienten el impacto de inmediato. Más de veinte bancos recortaron sus rendimientos en cuestión de días, mientras el Gobierno insiste en mirar hacia otro lado y deja que el sistema financiero se siga desmoronando.
El ajuste fue masivo. Tanto bancos grandes como medianos, digitales y regionales bajaron sus tasas, y quienes depositan $1 millón reciben cada vez menos. El Banco Nación marcó el retroceso más fuerte: pasó del 33% al 27% y dejó en claro que ni las entidades de mayor peso pueden sostener el valor del ahorro.
La tendencia se repite en Santander, Galicia y BBVA, donde el derrumbe de rendimientos confirma que los bancos tradicionales ya no ofrecen refugio. Solo algunas entidades digitales —como Reba, CMF o Regional— mantienen números un poco más altos, aunque también están atrapadas en la incertidumbre general.
Mientras tanto, el discurso oficial celebra “ordenamientos macroeconómicos” que no se ven en la vida real. La rentabilidad cae, los ahorros se licúan y el ciudadano queda expuesto a cambios bruscos que nadie explica.
La conclusión es clara: guardar plata en un banco dejó de ser una garantía. Y bajo este Gobierno, la sensación de inseguridad financiera no hace más que profundizarse.