Mientras el humo todavía flota en el aire y los vecinos siguen sin respuestas, la Justicia ordenó una investigación urgente para saber hacia dónde drenó el agua contaminada que se usó para apagar el brutal incendio del Polígono Industrial de Ezeiza. Sí: el agua que corrió por las calles podría estar cargada de químicos peligrosos.
La fiscal Florencia Belloc pidió a la Policía Ecológica de la Bonaerense que determine si ese torrente oscuro que dejaron los bomberos arrastró fósforo, aluminio, cianuro y sustancias que reaccionan con el agua liberando gases tóxicos. Una mezcla explosiva que, según fuentes del caso, podría haber contaminado todo a su paso.
El siniestro estalló el viernes por la noche con una explosión que hizo temblar casas a kilómetros. Un hongo naranja iluminó el cielo como si fuera el fin del mundo. Vecinos aterrados, vidrios rotos, techos volados: el desastre químico perfecto.
Ahora se investiga si la empresa Logischem S.A. almacenaba los materiales peligrosos sin controles reales y si se respetaban las medidas de seguridad. Las primeras mediciones ambientales hablan de valores “parciales” y la zona sigue bajo vigilancia. Eso sí: el tránsito ya fue habilitado, aunque el fuego recién cedió después de días de trabajo de más de 70 dotaciones de bomberos.
Mientras tanto, la pregunta que nadie responde es la que más inquieta:
¿Qué quedó en el aire, en el agua y en el suelo después del infierno químico?