A días del recambio legislativo, el Gobierno vuelve a quedar acorralado. Esta vez, por la situación de Lorena Villaverde, la senadora electa involucrada en una vieja causa de narcomenudeo en Estados Unidos. Ante la inminente derrota en el Senado, el oficialismo decidió dejar de defenderla y evitar un escándalo mayor.
La oposición ya avanzó para bloquear su asunción. El peronismo incluyó la impugnación en la comisión de Asuntos Constitucionales y espera el apoyo de otros bloques. En el Gobierno admiten que no harán esfuerzos para sostenerla. “Defenderla no ayuda”, reconocen, resignados a un nuevo golpe político.
Villaverde quedó en el centro de la polémica tras confirmarse que fue detenida en Florida con 400 gramos de cocaína hace más de 20 años. Durante la campaña, intentó despegarse publicando videos donde se hacía tests antidroga, pero la jugada terminó siendo vista como un acto desesperado.
Si su pliego es rechazado, asumirá su suplente, Enzo Fullone, un hombre cercano a ella y actual funcionario de Vialidad Nacional.
La ofensiva opositora también apunta a figuras clave del oficialismo, como Patricia Bullrich y Nadia Márquez, que podrían enfrentar impugnaciones similares.
En medio de este lío, el Gobierno intenta justificar su silencio diciendo que Villaverde perjudica el avance de Ficha Limpia, un proyecto que ya fracasó en mayo y que hoy usan como argumento para evitar otro papelón público.
Además, el peronismo prepara una nueva embestida: quiere votar un proyecto que limite la capacidad del Presidente para dictar DNU. La iniciativa ya generó tensión en Diputados y ahora regresa al Senado.
Entre contradicciones, improvisación y escándalos propios, el Gobierno llega al tramo final del año sin control político y con una nueva bomba interna a punto de explotar: la caída de su propia senadora, a la que ahora prefieren abandonar antes que enfrentar otro escándalo nacional.