Manuel Adorni, flamante jefe de Gabinete, pasó la última semana recorriendo ministerios para entender una gestión atravesada por el desorden. Tras esos encuentros, convocó a su primera reunión ampliada para el miércoles 26, con la idea de coordinar áreas que hoy trabajan desconectadas y con reclamos entre sí.
En la Casa Rosada intentan mostrar optimismo, pero los diagnósticos son contundentes: falta comunicación, sobran fricciones y varios ministerios funcionan con retrasos y desprolijidades. Seguridad aparece como la excepción, mientras Salud y Defensa siguen entre las carteras más complicadas.
Adorni quiere armar su propio equipo, mover piezas y comenzar a diseñar proyectos de ley. Sin embargo, incluso en su entorno reconocen que eso aún está lejos. También quedó a cargo del diálogo con los gobernadores, en un escenario donde nadie termina de tener claro quién lidera las negociaciones: él, Santilli, Karina Milei o el propio Presidente.
Mientras Milei habla de “actualizar skills”, Adorni pide tiempo para acomodar una estructura que aún no domina. Pero la realidad avanza más rápido que las promesas, y cada día expone con mayor claridad la improvisación que atraviesa al Gobierno.