Escándalo en el Congreso: una diputada del PRO abrió las puertas al disparate antivacunas y ahora se lava las manos

Compartir

La diputada del PRO Marilú Quiroz desató un verdadero escándalo al organizar en el Congreso un insólito acto antivacunas. En pleno deterioro institucional y con un Gobierno que deja correr cualquier disparate, la legisladora chaqueña abrió las puertas oficiales para que se difundieran teorías de magnetismo corporal y otros delirios sin sustento científico.

Ante las críticas, Quiroz se lavó las manos: “Solo brindé el lugar, no soy responsable de que la gente no se vacune”. Una frase que deja en evidencia la liviandad con la que se maneja parte de la dirigencia, dispuesta a darle micrófono a cualquiera mientras se juega con la salud pública.

El evento, titulado “¿Qué contienen realmente las vacunas?”, reunió a referentes negacionistas como “Médicos por la Verdad”. Allí se repitieron afirmaciones sin evidencia sobre autismo, efectos ocultos y hasta se presentó a un hombre que afirmó estar “magnetizado” tras vacunarse. Subió al escenario con el torso desnudo para “probarlo”, convirtiendo el Congreso en un espectáculo grotesco.

Las sociedades médicas reaccionaron de inmediato y advirtieron que estas actividades generan miedo, confusión y retrocesos graves en la vacunación, un pilar histórico de la salud argentina. Pero Quiroz insistió en justificarse: “Escucho al pueblo. No soy médica”. Un argumento peligroso que transforma la ignorancia en mérito, mientras el Gobierno mira para otro lado.

Incluso insinuó que las vacunas podrían haber provocado la enfermedad de su esposo, sin pruebas ni respaldo científico. Un mensaje temerario que solo alimenta la desinformación en un contexto ya frágil.

El episodio vuelve a exponer cómo se debilitan políticas sanitarias esenciales y cómo se permite que discursos irresponsables ocupen espacios institucionales. Mientras tanto, millones de argentinos quedan expuestos a un retroceso sanitario que podría traer consecuencias serias. El silencio del Gobierno lo hace aún más alarmante: cada día que pasa, la frontera entre lo oficial y lo absurdo se vuelve más difusa.

Compartir
Dejar comentario

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *