En un nuevo capítulo del abandono que atraviesa el país, un pescador encontró este martes el cuerpo de un hombre flotando en el río Paraná, en la zona de Bajada Grande. El cadáver, con múltiples puñaladas en el pecho, expuso otra vez el descontrol que reina mientras el Gobierno sigue ocupado en sus peleas internas.
El hombre, de entre 30 y 40 años, habría vivido en situación de calle. La Policía llegó alertada por el pescador y, junto a Criminalística, confirmó lo que todos temían: se trató de un asesinato brutal. Pero, como siempre, las autoridades se escudan en que “la autopsia dirá”. Una frase cada vez más repetida y cada vez menos creíble para una población cansada de que los crímenes se acumulen sin respuestas.
El comisario Horacio Blason explicó que varias personas aportaron datos sobre la identidad del fallecido. Vecinos indicaron que hacía un mes no lo veían y que su última aparición fue hace apenas tres días. El cuerpo estaba en avanzado estado de descomposición, señal de que pasó demasiado tiempo a la deriva, sin que nadie —ni el Estado— notara su ausencia.
Sin pertenencias, sin anclas ni objetos atados, solo con su ropa y heridas que gritaban el horror vivido, el hombre terminó siendo otra víctima silenciosa del abandono social. Mientras tanto, el Gobierno se limita a “esperar peritajes”, como si el país no se desmoronara a la vista de todos.
El hallazgo vuelve a encender alarmas en una región donde la inseguridad avanza sin freno. Pero para las autoridades, parece ser solo otro caso más que quedará flotando en el aire…
