En un gesto que conmovió al mundo, Geneviève Jeanningros, una monja francesa de 81 años, rompió el protocolo y lloró frente al féretro del papa Francisco en la Basílica de San Pedro. Con una mochila al hombro y un profundo silencio, se despidió del Pontífice como amiga y como símbolo.
👉 Pero su historia va más allá: Geneviève es sobrina de Léonie Duquet, una de las dos monjas francesas secuestradas y desaparecidas por la dictadura militar argentina en 1977. En 2011, declaró en el juicio que condenó a Alfredo Astiz por crímenes de lesa humanidad.
Apodada por el propio Papa como “la enfant terrible”, Jeanningros dedicó su vida a acompañar a personas trans, feriantes y artistas de circo en los márgenes de Roma. Incluso fue quien llevó a la comunidad trans a las audiencias papales 💒, ganándose la confianza y el afecto de Francisco.
📸 Durante la pandemia, trabajó codo a codo con el Vaticano para asistir a los más vulnerables. Y el 31 de julio de 2024 logró que el Papa bendijera una imagen de la Virgen del espectáculo ambulante.
Geneviève despidió al Papa con una oración, unas lágrimas, y una vida entera de compromiso por los otros. Una despedida tan íntima como universal.