Un estudio liderado por científicos de la Universidad de Harvard propone una nueva hipótesis sobre el origen del alzhéimer: la deficiencia de litio en el cerebro podría desempeñar un papel central en el desarrollo de esta enfermedad neurodegenerativa. La investigación, publicada este miércoles en la revista Nature, sugiere que un tipo específico de sal —el orotato de litio— logró prevenir en ratones tanto las pérdidas de memoria como las alteraciones cerebrales típicas de la demencia. El hallazgo abre una nueva vía para pensar el tratamiento del alzhéimer, aunque los expertos advierten que no debe interpretarse como una invitación a la automedicación, ya que estos compuestos pueden ser extremadamente peligrosos sin control médico.
El equipo, dirigido por el neurólogo Bruce Yankner, analizó muestras humanas del banco de cerebros de la Universidad Rush, en Chicago. Al estudiar los niveles de más de 30 elementos químicos metálicos presentes en los tejidos, encontraron un patrón llamativo: solo el litio se reducía de forma drástica a medida que avanzaba el deterioro cognitivo. La correlación fue tan fuerte que el grupo recordó estudios anteriores que ya habían detectado un menor índice de demencia en poblaciones donde el agua potable contenía trazas naturales de litio, como se documentó en una investigación con 800.000 personas en Dinamarca en 2017.
El alzhéimer es, desde hace décadas, un misterio para la ciencia. Yankner lo compara con “un campo de batalla cubierto de cadáveres”, en referencia a la destrucción cerebral visible, pero sin que se pueda establecer con claridad qué desencadena el conflicto. Lo que sí se conoce es que esta enfermedad está relacionada con la acumulación de proteínas como la beta amiloide y la tau, así como con procesos inflamatorios que dañan las conexiones neuronales. El litio, según este nuevo estudio, podría ser un factor determinante en ese equilibrio neuroquímico.
Aunque el litio es conocido por su uso en trastornos como la depresión, el trastorno bipolar o la esquizofrenia, su aplicación médica requiere dosis muy precisas: en su forma más común, el carbonato de litio, puede provocar efectos adversos graves como convulsiones o fallos renales. En cambio, el orotato de litio —una sal compuesta por carbono, hidrógeno, nitrógeno, oxígeno y litio— demostró ser eficaz en dosis mil veces menores y sin acumularse en los depósitos de proteínas dañinas. En pruebas con ratones, esta sustancia evitó tanto el deterioro cognitivo como los cambios patológicos característicos del alzhéimer, incluso en modelos genéticamente modificados para simular la enfermedad.
Pese al entusiasmo que despierta el descubrimiento, los investigadores insisten en que no debe haber consumo doméstico de litio en ninguna de sus formas sin indicación médica. El siguiente paso, afirman, debe ser el inicio urgente de ensayos clínicos en humanos para confirmar si los resultados obtenidos en animales pueden trasladarse al tratamiento de pacientes. A más de cien años del primer diagnóstico de alzhéimer, el estudio ofrece una pista prometedora, pero que aún requiere validación científica antes de transformar el abordaje de esta compleja enfermedad.