En un gesto cargado de simbolismo y polémica, el presidente Javier Milei dio por iniciada su campaña electoral con una fotografía junto a sus candidatos en Villa Celina, partido de La Matanza, sosteniendo una pancarta que decía: “Kirchnerismo: Nunca Más”. La imagen no solo pretende demonizar al kirchnerismo —una fuerza política que ha sido emblema de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia— sino que banaliza una de las bases fundamentales de la democracia argentina: el consenso alrededor del Nunca Más, surgido tras el juicio a las Juntas Militares.
🔍 Una operación simbólica de alto impacto político
El uso de la consigna “Nunca Más” en clave electoral no es inocente. Se trata de una expresión que surgió con la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) en 1984 y que fue utilizada por el fiscal Julio Strassera al cerrar su alegato contra los responsables del terrorismo de Estado. Es decir, forma parte del patrimonio democrático y colectivo argentino, construido a partir del rechazo a la dictadura militar.
Al apropiarse de esta frase y dirigirla contra el kirchnerismo, La Libertad Avanza busca resignificar políticamente el pasado y diluir las responsabilidades históricas del terrorismo de Estado, en un contexto donde el oficialismo ha sido fuertemente cuestionado por su política de derechos humanos.
🧩 ¿Qué busca Milei con esta provocación?
El gesto de Milei debe entenderse en clave electoral y cultural. En primer lugar, busca consolidar una narrativa donde el kirchnerismo no solo es su adversario político, sino también el enemigo moral del país. En segundo lugar, intenta rescribir el pasado reciente desde una lógica de “antipolítica”, donde los consensos democráticos son tratados como “tabúes” que deben ser quebrados.
Además, se inscribe en una estrategia más amplia de desmantelamiento institucional: la degradación de la Secretaría de Derechos Humanos, el vaciamiento del Archivo Nacional de la Memoria, los despidos en el Museo Sitio de Memoria ESMA, y la intervención sobre el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) dan cuenta de una política sistemática de desmonte del Estado en materia de derechos humanos.
⚖️ Reacción institucional: el Congreso puso un freno
A pesar de esta avanzada, el Congreso comenzó a marcar límites. La Cámara de Diputados rechazó el Decreto 351, mediante el cual el Ejecutivo había intervenido de hecho el BNDG, un organismo clave en la búsqueda de nietos apropiados durante la dictadura. La votación evidenció que la mayoría parlamentaria no está dispuesta a ceder en cuestiones tan sensibles, y que el consenso democrático aún tiene reflejos defensivos.
🤝 Villarruel y el ala negacionista: una línea de continuidad
La operación de banalización del “Nunca Más” encuentra un eco ideológico en la vicepresidenta Victoria Villarruel, conocida por su revindicación de los represores y su intento de instalar un relato de “memoria completa”. Villarruel ha tenido vínculos con organizaciones como FAMUS (Familiares y Amigos de Muertos por la Subversión), que impulsan una visión revisionista del terrorismo de Estado.
El propio libro que escribió junto a Carlos Manfroni, jefe de Gabinete de Patricia Bullrich, fue presentado como un “informe Conadep de las víctimas del terrorismo”, estableciendo una falsa equivalencia moral entre víctimas del Estado y responsables de delitos comunes o de sedición.
🗳️ Campaña en clave de polarización extrema
La presencia en la foto de figuras como Karina Milei, José Luis Espert, Patricia Bullrich y un excomisario como Maximiliano Bondarenko refuerza la idea de que Milei busca cohesionar a su electorado más duro mediante una lógica de confrontación y ruptura con la historia reciente. No hay lugar para los matices ni para el diálogo político: el enemigo es absoluto y la estrategia es la destrucción simbólica y discursiva.
🧭 Conclusión: ¿Qué está en juego?
La apropiación del “Nunca Más” como eslogan de campaña no es un desliz comunicacional, sino una decisión política que expone la voluntad del oficialismo de reconfigurar los consensos democráticos construidos desde 1983. Frente a esto, la reacción del Congreso Nacional aparece como una defensa del orden constitucional, aunque insuficiente si no va acompañada por una movilización social y política sostenida.
Lo que está en juego no es solo una elección, sino el sentido profundo de la democracia argentina.