La crisis arrasa con un símbolo barrial y deja a miles sin sustento.
En apenas doce meses, la Argentina perdió 16.000 kioscos, una cifra alarmante que marca un derrumbe histórico. Por primera vez en décadas, el número total de estos comercios bajó de los 100.000, dejando calles y esquinas sin uno de sus protagonistas más tradicionales.
La combinación es explosiva: ventas desplomadas por la recesión, costos que no paran de crecer y una competencia cada vez más feroz de otros comercios que venden los mismos productos. A esto se suma la caída del consumo de bebidas y golosinas, golpeando de lleno a la rentabilidad de estos negocios.
En los últimos dos años, las ventas se redujeron un 40 %, mientras que las bebidas alcohólicas retrocedieron más de un 18 % y las sin alcohol también cayeron. La volatilidad económica y los aumentos constantes terminaron de asfixiar a miles de kiosqueros que, sin margen para resistir, tuvieron que bajar la persiana.
El resultado es un paisaje urbano irreconocible: barrios que pierden a sus clásicos kioscos y familias enteras que ven desaparecer su principal fuente de ingresos. Una postal que resume, como pocas, la magnitud de la crisis.