En un país que ya camina al borde del colapso social, ATE volvió a prender fuego la escena política: el sindicato estatal lanzó un paro nacional con movilización para el mismo día en que el Gobierno intente forzar la reforma laboral en el Congreso. La medida, votada por unanimidad en las 191 seccionales, deja en claro que el clima se puso espeso y que el Ejecutivo está perdiendo el control de la calle.
Desde San Luis, donde se realizó el plenario, los delegados autorizaron además protestas sorpresivas durante todo diciembre, un mes que ya promete ser explosivo. Rodolfo Aguiar, secretario general de ATE, no se guardó nada: calificó al Consejo de Mayo como “una encerrona” del Gobierno, un espacio armado para dilatar, distraer y evitar compromisos. “Pasaron meses y no presentaron ninguna propuesta”, disparó.
El escándalo crece mientras el Gobierno convoca a una paritaria virtual, como si el país siguiera en pandemia. “No quieren dar la cara”, denunció Aguiar, advirtiendo que el Ejecutivo “está tirando tanto de la piola que en cualquier momento se corta”.
El reclamo no es menor: con salarios que subieron apenas 13,6% en diez meses y una inflación que ya trepó al 24,8%, los trabajadores sienten el ajuste en el hueso. ATE también denunció persecución sindical, detenciones de dirigentes y hasta una denuncia penal impulsada por la ministra Patricia Bullrich.
La tensión se multiplica: mientras docentes y estudiantes escuchan el rechazo a una reforma que, según el sindicato, quiere retrotraer derechos al siglo pasado, ATE advierte que la calle será el único refugio frente a un Gobierno que, lejos de dialogar, parece decidido a gobernar por desgaste.
El país se prepara para otro diciembre caliente… y esta vez, el estallido tiene fecha anunciada.
