En un clima cargado de tensión y sospechas, Sergio Ziliotto llegó a Casa Rosada para reclamar lo que el Gobierno parece decidido a retener: más de $400.000 millones que Nación le adeuda a La Pampa. En apenas 45 minutos, el gobernador dejó en claro que no piensa regalarle ni un gesto político a una administración que, mientras exige “diálogo”, asfixia financieramente a las provincias y presiona para aprobar un Presupuesto 2026 que nace amputado.
El encuentro con Manuel Adorni y Diego Santilli fue cordial en la superficie, pero detrás de las sonrisas quedó la realidad: el Gobierno libertario quiere votos, pero no paga ni lo que corresponde por ley. Ziliotto entregó un detalle minucioso de la deuda —principalmente por el déficit previsional— y exigió una respuesta inmediata. Nada de promesas, nada de “vemos”: plata ya, como marca la Constitución.
Y mientras en la Casa Rosada fantasean con sumar respaldos, el gobernador fue categórico: “Una cosa es la deuda y otra el Presupuesto. No se habló de apoyo. No se condiciona nada”. Golpe directo al corazón de un Gobierno que contaba con él para empujar sus reformas.
Ziliotto desmontó también la ficción oficialista: el presupuesto enviado no contempla obras, no garantiza recursos y no protege a la provincia. Apenas un borrador que, según él, “no cubre ninguna necesidad real”.
La novela del endeudamiento, la reforma laboral y las presiones a las provincias sigue creciendo mientras el Gobierno intenta vender optimismo afuera y recortes adentro. La Pampa exige ser escuchada, pero en la Rosada parecen más preocupados por sumar votos que por saldar cuentas.
Uno de los últimos actos de Santilli antes del recambio deja una postal nítida: el Gobierno sigue pidiendo acompañamiento mientras acumula deudas, conflictos y promesas incumplidas.
