El dólar baja, pero la incertidumbre sigue: qué hay detrás del nuevo esquema cambiario

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Este martes 22 de abril, el dólar abrió con una baja generalizada en todas sus versiones, en un contexto marcado por la implementación del nuevo esquema de bandas cambiarias impulsado por el Gobierno. Aunque los números parecen dar un respiro, la pregunta sigue siendo la misma: ¿qué significa esto para la economía real?

El dólar oficial se ubica en $1.060 para la compra y $1.110 para la venta en el Banco Nación. Esta baja del 4,5% respecto del cierre anterior se explica por el nuevo régimen de flotación limitada que intenta mantener el valor del dólar dentro de ciertos márgenes. Es decir, una especie de “corralito cambiario” pero con un envoltorio más técnico.

¿Qué pasa con el dólar blue?

En el mercado informal, el dólar blue también retrocedió: bajó $10 y se ubica en $1.130 para la compra y $1.150 para la venta. Aunque sigue siendo más caro que al inicio del año, el descenso de las últimas semanas marca una pausa en la escalada que venía encendiendo las alarmas.

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¿Es una señal de estabilidad? No necesariamente. El blue, al no estar regulado, refleja más que nada las sensaciones del mercado: si la gente percibe que puede haber un salto devaluatorio o más inflación, lo compra. Si ve que el Gobierno logró calmar las aguas —aunque sea momentáneamente—, se retrae. Pero todo puede cambiar de un día para el otro.

¿Y el dólar MEP y el CCL?

El dólar MEP, que se compra y vende a través de bonos en la bolsa local, se mantiene en $1.119,90 para la compra y $1.125,60 para la venta. Por su parte, el Contado con Liquidación (CCL), utilizado por empresas para girar divisas al exterior, opera en torno a los $1.130.40/$1.137.

Ambos son legales, pero requieren más conocimientos y trámites. Por eso, siguen siendo opciones elegidas por quienes quieren evitar el dólar blue sin meterse en el laberinto de restricciones oficiales.

¿Quién gana y quién pierde?

La baja del dólar puede ser una buena noticia para quienes necesitan importar, pagar servicios en el exterior o consumir productos atados al dólar. Pero también puede ser un arma de doble filo si se trata solo de una baja artificial que no responde a una mejora estructural.

Por ejemplo, el dólar tarjeta, que se usa para pagar servicios como Netflix, Spotify o viajes al exterior, subió fuerte por un cambio en las percepciones fiscales y ya ronda los $1.443. Es decir, mientras algunas cotizaciones bajan, otras suben silenciosamente. El bolsillo lo siente igual.

El trasfondo político y económico

Esta baja del dólar no ocurre en el vacío. Llega después de una semana con feriados cambiarios y en medio de un clima económico tenso. El Gobierno intenta mostrar orden y disciplina fiscal, pero los datos duros todavía no acompañan: la inflación sigue alta, el consumo cae, la recesión se profundiza y no hay señales claras de recuperación.

Además, muchos economistas advierten que la baja del dólar podría no ser sostenible si no se estabiliza el resto de la economía. Es decir, si solo se congela el precio sin atacar los problemas de fondo —como la emisión monetaria, la deuda o la falta de dólares genuinos—, la presión va a volver más temprano que tarde.

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