El viernes 19 de septiembre amaneció con un verdadero terremoto financiero. El dólar volvió a sacudir los mercados y marcó un nuevo récord que deja al peso argentino tambaleando y a la economía nacional al borde de un colapso.
La divisa estadounidense trepó con fuerza en todas sus cotizaciones. En los bancos oficiales ya supera los $1.500, mientras que en el mercado paralelo la tensión se hizo sentir con una escalada que borró cualquier atisbo de calma. El mercado mayorista rozó el límite de la banda cambiaria, obligando al Banco Central a una intervención desesperada para frenar la sangría. Sin embargo, los intentos parecen insuficientes frente a la presión dolarizadora que crece minuto a minuto.
El billete verde acumula en septiembre una suba de dos dígitos que pulveriza cualquier estrategia oficial de contención. En apenas una semana, el salto fue tan violento que encendió todas las alarmas. La paridad entre el dólar oficial y el paralelo dejó atónitos a los operadores. Las pantallas rojas, el volumen de operaciones y la volatilidad constante reflejan un clima de nerviosismo que no da respiro.
Los ahorristas corren a refugiarse en la divisa norteamericana, temerosos de un nuevo derrumbe del peso. El mercado ya descuenta que la tensión cambiaria no cederá en los próximos días.
Los analistas advierten que la tormenta recién comienza. Si no aparece un factor de calma —ya sea político o económico—, la presión sobre las reservas y la escalada del dólar podrían transformarse en un escenario explosivo. Mientras tanto, la pregunta que domina en la calle y en los despachos oficiales es una sola: ¿hasta dónde llegará el dólar en esta carrera desenfrenada?