La tensión económica se trasladó de lleno a la arena política. El Fondo Monetario Internacional lanzó un ultimátum al Gobierno argentino: conseguir un consenso político sólido para sostener el programa de ajuste o arriesgarse a un colapso que podría arrastrar a toda la economía.
Desde Washington, la vocera del organismo reclamó no solo disciplina fiscal y metas concretas, sino también señales claras de unidad interna y compromiso transversal para cumplir con las reformas pactadas. “La confianza se construye con hechos y con apoyo político”, advirtieron.
El mensaje llega en un momento crítico: con la inflación desatada, reservas en mínimos y un clima social en ebullición, la presión externa se suma a las tensiones internas que dividen al oficialismo y a la oposición.
El Gobierno, jaqueado por la desconfianza, intenta mostrar fortaleza, pero los analistas coinciden en que sin un marco de apoyo político real, cualquier avance puede desmoronarse en cuestión de semanas.
El dilema es claro y brutal: o el oficialismo logra un acuerdo amplio que respalde el plan con el FMI, o la Argentina se expone a una tormenta aún más feroz en plena recta electoral.