En un giro alarmante para la estabilidad económica, el Banco Central ha reincidido en la cuestionable estrategia de pagar “supertasas” para intentar contener la escalada del dólar, mientras el Ministerio de Economía, en una licitación “fuera de cronograma”, convalidó rendimientos muy superiores a la inflación. Estas acciones, que suceden tras jornadas de intensa tensión cambiaria que llevaron al dólar a rozar los $1.300, reflejando una preocupante improvisación en la gestión económica del Gobierno. La “estrategia oficial de pagar una tasa más alta por las colocaciones de corto plazo, vender futuros y abrir una licitación fuera de programa en el mercado de deuda, apunta a ponerle un techo al dólar”, una medida que ya provocó una suba de casi el 5% en el mes para la divisa.
La justificación oficial para esta intervención en las tasas, que contradice la propia política de dejar que el costo del dinero se rija de manera “endógena”, fue expuesta por Federico Furiase, hombre de confianza del Ministro de Economía, Luis Caputo. Según Furiase, “se terminaron las LEFI, entonces quedaron bolsos de liquidez y ahora entre el Banco Central y el Tesoro están ayudando a que ese excedente se retire rápidamente”. Esta explicación intenta disfrazar un “desarme de LEFI que a los ojos de los analistas del mercado, resultó desordenado e ineficiente”, evidenciando la falta de previsión en la política monetaria.
Para aliviar la presión sobre las reservas, que aumentaron de US$ 39.060 millones a US$ 39.551 millones en un solo día, el Ministerio de Economía “compró US$ 500 millones ‘en bloque’ (una operación concertada por fuera del mercado único de cambios)”. Esta operación, confirmada por el Palacio de Hacienda, se suma a la reapertura de la ventanilla de pases por parte del Banco Central, ofreciendo una tasa del 36% por colocaciones a un día. Una acción que la Central califica de “transitoria”, pero que por segundo día consecutivo elevó el costo del dinero, mostrando la debilidad del control gubernamental sobre la liquidez.
La reiteración de estas medidas, que implican un alto costo para las arcas públicas y que distorsionan el funcionamiento del mercado, genera serias dudas sobre la capacidad del Gobierno para estabilizar la economía. La inflación, según Furiase, “es un fenómeno monetario”, y la prioridad es “no dejar bolsos de liquidez”. Sin embargo, la constante necesidad de recurrir a la absorción de pesos a tasas elevadísimas para evitar un desborde del dólar sugiere una falta de un plan económico coherente y sostenible a largo plazo, dejando a la vista la improvisación y la poca solidez de las políticas implementadas.