En plena emergencia ferroviaria y con un servicio ya golpeado, el Gobierno confirmó que el ramal Tigre de la línea Mitre estará completamente interrumpido desde el 10 de enero hasta el 28 de febrero. Sí: casi todo el verano sin tren, justo cuando miles de bonaerenses dependen de ese transporte para trabajar, estudiar o simplemente moverse.
La explicación oficial es que necesitan avanzar con “obras urgentes” para mejorar la seguridad del sistema, pero lo cierto es que el corte será total. Y no sólo afecta al Tigre: los ramales José León Suárez y Bartolomé Mitre también quedarán reducidos, funcionando únicamente entre sus cabeceras y Belgrano R, sin llegar a Retiro.
Según Trenes Argentinos, aprovecharán la baja de pasajeros para encarar trabajos que no pueden hacerse de noche ni en fines de semana. Entre ellos, la modernización completa del sistema de señalamiento, que todavía usa tecnología de hace cien años, y la renovación de 7.700 metros de vías, sumados a los 20 km ya intervenidos. Además, instalarán nuevas señales y balizas de ATS, máquinas de cambio, cajas de circuito y renovarán puentes clave como los de Figueroa Alcorta y Dorrego.
En paralelo, continuarán los trabajos en pasos a nivel, puentes, tercer riel y cuadros de estación. El objetivo: dejar lista una red que permita mejorar velocidades y reducir futuros parates. Pero mientras tanto, la realidad es dura: dos meses sin tren, en un servicio ya castigado por demoras, recortes y parches que nunca terminan de resolver el problema de fondo.
El Ejecutivo busca justificar el caos con la promesa de un Mitre “moderno y seguro”. Los usuarios, en cambio, vuelven a enfrentarse a lo de siempre: obras eternas, comunicación escasa y un transporte público que, lejos de mejorar, vive en emergencia permanente.