Mientras el Gobierno festeja supuestas “señales de estabilidad”, el secretario del Tesoro de Estados Unidos reveló que Argentina usó parte del swap con Washington y que la ganancia fue para ellos. Detrás del relato de “alianza estratégica”, se esconde otra jugada de entrega financiera que deja al país más endeudado, más dependiente y con menos reservas.
El secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, tiró la bomba: “Obtuvimos ganancias con Argentina”. Sí, lo dijo sin pudor, en plena entrevista con la cadena MSNBC. Confirmó que el Gobierno argentino activó el swap con Estados Unidos —una línea de crédito de 20 mil millones de dólares— y que la operación benefició a Washington, no a los argentinos.
Mientras el oficialismo se jacta de “estabilidad”, la realidad es que se rifaron casi 3 mil millones de dólares para “intervenir el mercado” antes de las elecciones y tapar el agujero del FMI. En otras palabras, una maniobra desesperada, con el sello de la Casa Blanca y el silencio cómplice del Banco Central.
Bessent lo dijo sin vueltas: “Preferimos estabilizar la región con dólares antes que tener que disparar a narcolanchas si el gobierno colapsa”. Una frase brutal que expone cómo Estados Unidos ve a la Argentina: como una pieza geopolítica, no como un aliado.
Mientras tanto, las reservas caen, las metas con el FMI se alejan y el Gobierno celebra una operación que dejó ganancias para ellos y deudas para nosotros. Otro capítulo del modelo Milei: una economía entregada al mejor postor, mientras el pueblo paga la factura.