Euforia financiera o espejismo político: el riesgo país cae, pero Milei sigue sin dólares ni rumbo económico

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El “milagro Milei” volvió a los titulares, al menos en los números que más seducen a Wall Street. Con una fuerte demanda de bonos en dólares, el riesgo país se desplomó hasta rozar los mínimos de su gestión, apenas por debajo de los 600 puntos básicos. Una mejora que, según los operadores, tiene más que ver con el entusiasmo de los especuladores que con una economía real que sigue respirando por la herida.

Mientras los mercados festejan con copas de champagne, en la calle la inflación no da tregua, los salarios se licúan y las empresas piden oxígeno. El Gobierno celebra el “renovado apetito por la Argentina”, pero los dólares siguen sin aparecer y las promesas de estabilidad se desvanecen entre anuncios de reformas y recortes.

Luis Caputo, desde Nueva York, volvió a prometer una recompra de deuda que nadie sabe cómo se financiará. Entre sonrisas y discursos técnicos, el ministro intenta convencer al mundo de que la Argentina puede pagar lo que debe, aunque adentro del país no logra que los sueldos alcancen para llegar a fin de mes.

Los analistas de JP Morgan ya fantasean con un riesgo país en niveles de 400 puntos, como en los primeros días de Macri. Pero esa nostalgia de los mercados no alcanza para tapar una realidad que aprieta: reservas en caída, endeudamiento en alza y un modelo económico que depende más del humor financiero que del trabajo argentino.

Mientras las multinacionales aprovechan para endeudarse afuera con tasas bajas, el Gobierno se muestra eufórico. Pero detrás del relato de la “confianza internacional” se esconde una verdad incómoda: la economía no se estabiliza por milagro, y el ajuste que se celebra en los pasillos de Wall Street se siente, con crudeza, en cada mesa argentina.

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