Formosa volvió a encender las alarmas: un rebrote de Covid-19 obligó a las autoridades provinciales a reinstalar medidas preventivas que el Gobierno nacional preferiría esconder bajo la alfombra. Mientras la Casa Rosada insiste con un discurso de “normalidad”, la provincia publicó un parte epidemiológico que muestra un escenario muy distinto.
El Ministerio de Desarrollo Humano confirmó 341 casos positivos sobre 1.422 test, una positividad del 24% que dispara cualquier semáforo sanitario. Solo en la capital hubo 250 diagnósticos. Con 408 casos activos y miles de llamados diarios para seguir a los contagiados, Formosa pidió volver a lo básico: lavado de manos, alcohol en gel, ventilación y barbijo en lugares cerrados. Medidas que muchos creían enterradas… hasta ahora.
La directora de Epidemiología, Claudia Rodríguez, admitió que la provincia enfrenta “un nuevo incremento de contagios” en un contexto de circulación viral alta. Aunque no hay internados, advirtió que cada cuadro puede complicarse según la persona: “Esto se corta si todos sostenemos los cuidados”, dijo, en un mensaje que suena más a súplica que a recomendación.
El sistema sanitario también vigila influenza, bronquiolitis, varicela y VRS, enfermedades que volvieron a presionar guardias y consultorios. Desde el inicio de la pandemia, Formosa acumula 151.429 casos y 1.351 fallecidos.
Mientras tanto, en otros países como España, los datos oficiales muestran que los virus respiratorios siguen golpeando con crudeza: miles de hospitalizaciones y centenares de muertes cada temporada.
La realidad es clara: el Covid-19 volvió a moverse, y Formosa lo sabe. El Gobierno nacional, en cambio, prefiere mirar para otro lado.