En Córdoba, un equipo de la UNC impulsa un centro de supercómputo hecho con retazos y rebusque. Investigadores y empresas entrenan modelos de IA sin depender del exterior.
¿Qué es el CCAD y por qué es clave?
El Centro de Computación de Alto Desempeño (CCAD) de la Universidad Nacional de Córdoba se sostiene con retazos tecnológicos, creatividad y mucho esfuerzo. Aunque Argentina no figura entre los países con centros de datos de IA a gran escala, este espacio ofrece una alternativa accesible y segura para investigadores y desarrolladores locales que necesitan entrenar modelos complejos sin depender de servicios extranjeros.
¿Quiénes usan esta tecnología y para qué?
Desde científicos del CONICET hasta empresas como Kunan, el CCAD permite ejecutar simulaciones moleculares o entrenar asistentes virtuales en pocos minutos. Sin esta herramienta, las opciones serían alquilar servicios externos costosos o resignarse a procesamientos mucho más lentos en equipos propios. Hoy, más de 330 cuentas están activas, con el 44% perteneciente a instituciones fuera de la UNC.
¿Cómo enfrentan la falta de recursos?
El equipo liderado por Nicolás Wolovick recicla hardware viejo, compra saldos en EE.UU., arma supercomputadoras con piezas obsoletas y hasta utiliza puentes SLI de Nvidia para duplicar la memoria gráfica. Lo llaman “cibercirugía”: un ejercicio constante de ingenio y supervivencia tecnológica. Todo en busca de mantener viva una alternativa nacional, aunque muchas veces funcionen con generaciones pasadas de chips.
¿Cuál es la situación del país en esta carrera global?
Según Wolovick, Argentina no está compitiendo en la carrera de la IA. Salvo excepciones como Clementina XXI —una máquina aún sin uso—, no hay centros con capacidad real para experimentos de escala. La diferencia con los países líderes es abismal, pero mientras la brecha se amplía, desde Córdoba insisten en que la soberanía tecnológica comienza con picardía, comunidad y cabeza.