Javier Milei profundiza su guerra contra la prensa: entre el show, el hostigamiento y el deterioro institucional

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El Presidente volvió a atacar a periodistas, esta vez con una canción generada por inteligencia artificial. Detrás del show, crece la preocupación por la libertad de prensa en Argentina.

El presidente Javier Milei volvió a apuntar directamente contra periodistas, esta vez a través de una canción creada con inteligencia artificial que compartió en sus redes sociales. La pieza —más cercana a un meme que a un mensaje institucional— fue acompañada por la frase “Ensobrados a llorarlo”, en clara alusión despectiva a quienes ejercen el periodismo crítico en el país.

Lejos de ser un hecho aislado, esta acción se suma a una escalada sistemática de hostigamiento público hacia trabajadores de prensa, que incluye ataques verbales, acusaciones sin pruebas, y operaciones en redes sociales que promueven el desprestigio de voces disidentes. La libertad de prensa, en este contexto, no sólo se ve amenazada: está siendo degradada desde el más alto nivel del poder político.


Una estrategia que no es casual: disciplinamiento y miedo

En las últimas semanas, Milei redobló sus ataques, apuntando incluso a figuras que no son parte del periodismo progresista. Según reveló el periodista Jon Heguier en El Pase de El Destape, el Presidente habría presionado para que Luis Novaresio y Baby Etchecopar —ambos con perfiles ideológicamente diversos— sean desplazados de la señal A24.

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Estos movimientos evidencian que no se trata de una disputa ideológica, sino de una lógica más profunda: disciplinar al periodismo, reducir la crítica y enviar un mensaje a todo el ecosistema mediático. El objetivo parece claro: instalar la idea de que cualquier cuestionamiento al poder tendrá consecuencias, sean públicas o privadas.


Del “ensobrado” al enemigo interno: una narrativa peligrosa

Milei ha convertido el insulto “ensobrado” en una categoría política. Bajo ese paraguas, todos los periodistas que no se alinean con su visión —o que simplemente hacen preguntas incómodas— quedan automáticamente desacreditados.

Este tipo de retórica construye una narrativa binaria y peligrosa: el que no aplaude, miente. Y el que informa, conspira. En lugar de fortalecer la transparencia y rendición de cuentas, se criminaliza la labor periodística, debilitando uno de los pilares centrales de cualquier democracia.


Libertad de prensa en retroceso: ¿cuánto más se puede tensar el sistema?

Organizaciones como Reporteros Sin Fronteras y FOPEA han advertido sobre el creciente clima de intimidación hacia periodistas en Argentina. En lugar de asumir una postura tolerante frente a la crítica —algo indispensable en una república sana—, el gobierno de Milei responde con burlas, acusaciones y campañas de desprestigio.

La utilización de herramientas como la inteligencia artificial para hostigar periodistas no solo marca un nuevo nivel en la agresión simbólica: normaliza la violencia digital desde el Estado, con consecuencias potenciales sobre la seguridad y el trabajo cotidiano de muchos comunicadores.


Más allá del show: lo que está en juego

El show permanente que propone Milei no puede ocultar una realidad preocupante: la libertad de expresión está siendo erosionada desde el poder. Cuando el Presidente se convierte en el principal instigador de la intolerancia hacia la prensa, el problema deja de ser individual y se vuelve estructural.

La democracia argentina atraviesa un momento delicado. Y si no se defiende hoy el derecho a informar, disentir y preguntar, mañana puede ser demasiado tarde.

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