El caso conmociona a Buenos Aires: un grupo de mujeres colombianas, conocidas como las “Viudas Negras”, montó una maquinaria delictiva tan fría como precisa. Seducían a sus víctimas a través de aplicaciones de citas, las llevaban a sus departamentos, las dormían con potentes somníferos y luego las despojaban de dinero, joyas, autos, tecnología y hasta documentos personales que más tarde utilizaban para tramitar préstamos.
La figura central de la trama es Heidi, quien intentó escapar por la frontera con Bolivia pero fue capturada con un pedido de detención vigente. No actuaba sola: su novio y su hermana Daiana la acompañaban en la organización, junto a otra cómplice apodada “Yeimi”. Funcionaban como una maquinaria aceitada: mientras una ganaba la confianza y drogaba a la víctima, el resto entraba para arrasar con todo.
Los investigadores descubrieron que la banda golpeaba una vez por mes y que cada ataque seguía un patrón idéntico. En abril, una víctima fue despojada de televisores, relojes de lujo, dinero y documentos. En mayo, otra perdió computadoras, drones y cámaras profesionales. En junio, se llevaron más de un millón de pesos y un auto de alta gama. En julio, otra víctima quedó inconsciente y sin su vehículo. La repetición del esquema reveló una frialdad escalofriante: robaban con la precisión de un ritual criminal.
Las detenciones se produjeron en cadena. Heidi cayó primero, luego Daiana, y más tarde varios de los cómplices masculinos, algunos de ellos también dedicados al robo de autos. En los allanamientos encontraron joyas, dólares, euros, celulares, inhibidores de señal y dosis del somnífero Zolpidem, el arma silenciosa con la que convertían a sus víctimas en blanco indefenso.
Aunque gran parte del grupo ya está tras las rejas, los investigadores sospechan que aún hay integrantes prófugos y víctimas que no se animaron a denunciar. El caso deja flotando una incógnita inquietante: ¿cuántas personas más fueron drogadas y desvalijadas sin recordar lo que pasó?
