En medio de la campaña y con la economía en el centro del debate, un nuevo informe privado encendió la euforia en la Casa Rosada: la pobreza habría caído al 30,7% entre abril y septiembre de este año, marcando una mejora drástica respecto al 44,9% del mismo período del año anterior.
El dato fue recibido como una señal de validación del rumbo económico del Gobierno, que no dudó en hablar de una “recuperación histórica del poder de compra”. Según los cálculos técnicos, más de tres millones de personas habrían salido de la pobreza en los últimos seis meses gracias a la estabilidad de precios, el aumento real de los salarios y la desaceleración de la inflación.
Los ingresos familiares crecieron por encima del costo de la canasta básica, que mostró un incremento menor al de los sueldos. Para los analistas, este fenómeno refleja un cambio profundo en la dinámica social, luego de años de deterioro y caída del poder adquisitivo.
En los despachos oficiales no ocultan su entusiasmo. “Estamos viendo los primeros resultados concretos del esfuerzo de todos los argentinos”, sostienen desde el entorno presidencial. El optimismo también se extiende al equipo económico, que interpreta esta mejora como el comienzo de una nueva etapa, con más consumo, inversión y empleo formal.
Sin embargo, detrás de la euforia oficial, los expertos advierten que todavía hay más de nueve millones de personas que siguen viviendo en condiciones de pobreza, y que la recuperación deberá consolidarse en los próximos meses para no volver a los índices críticos del año pasado.
A pocos días de las elecciones, el dato genera impacto político. En el oficialismo lo presentan como una “prueba del éxito del modelo”, mientras que desde la oposición hablan de un “espejismo estadístico” y piden cautela ante los números difundidos.
Lo cierto es que, tras años de crisis, inflación y caída del ingreso real, el descenso al 30,7% marca un punto de inflexión. El Gobierno lo sabe y busca capitalizar el resultado como una señal de esperanza en medio del clima electoral más tenso de la última década.
¿Es el inicio de una verdadera recuperación o un respiro pasajero? Esa es la pregunta que sobrevuela a un país que, entre la ilusión y la incertidumbre, empieza a mirar con otros ojos el futuro económico.