¡MILEI CELEBRA EL SUPERÁVIT, PERO EL FUTURO ECONÓMICO ESTÁ EN LLAMAS!

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Javier Milei encara las elecciones con un logro que el Gobierno no duda en mostrar como trofeo: el tan ansiado superávit fiscal. Después de meses de ajustes, recortes y una política económica de hierro, el Presidente logra cerrar las cuentas públicas con saldo positivo. Sin embargo, detrás de ese festejo se esconde un escenario lleno de incertidumbre, presiones internacionales y un dólar que no deja de generar tensión.

La economía parece resistir, pero a un costo enorme. El consumo se desploma, la actividad industrial se enfría y el bolsillo de los argentinos sigue bajo asedio. La inflación no cede, los precios se mueven sin control y el malhumor social crece día a día. Mientras tanto, el Gobierno se aferra a su bandera del equilibrio fiscal, una conquista que podría desvanecerse tan rápido como llegó.

Desde el entorno presidencial, las miradas están puestas en el frente externo. Las negociaciones con Estados Unidos y los organismos internacionales podrían definir el rumbo económico de los próximos meses. Washington observa con atención el experimento libertario argentino y prepara sus propias condiciones: mayor previsibilidad política, señales de gobernabilidad y un compromiso firme con las reglas del juego global.

Las reservas del Banco Central siguen siendo el talón de Aquiles. A pesar de los anuncios y la narrativa oficial, los dólares disponibles son escasos y las presiones sobre el tipo de cambio crecen. Cada movimiento, cada declaración y cada reunión con el Fondo o con funcionarios norteamericanos se convierten en un termómetro de lo que vendrá.

El superávit, aunque real, pende de un hilo. Los analistas advierten que un solo movimiento en falso podría alterar el delicado equilibrio fiscal. Si el Gobierno decide abrir la mano para conseguir apoyos políticos, las cuentas podrían volver a teñirse de rojo. Pero si mantiene el ajuste a rajatabla, el malestar social podría convertirse en una amenaza en las urnas.

Así, Milei se prepara para enfrentar unas elecciones decisivas: con números que muestran disciplina, pero con una economía frágil, una sociedad agotada y un país que sigue al borde del abismo. El superávit puede ser un símbolo de éxito… o el preludio de una tormenta que recién comienza.

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