Tras meses de salarios congelados y una inflación que devora los bolsillos, el oficialismo intenta simular gestión mientras millones de argentinos no llegan a fin de mes.
El Gobierno anunció, con toda la pompa burocrática posible, que el 26 de noviembre se reunirá el Consejo Nacional del Empleo para “actualizar” el Salario Mínimo, Vital y Móvil. La cita será virtual, como si el drama de la pobreza y los sueldos pulverizados pudiera resolverse por videollamada.
Mientras el país arde, los funcionarios del Ministerio de Capital Humano —la estructura que absorbió Trabajo— vuelven a discutir números sobre papeles. Pero la realidad no entra en sus pantallas: el salario mínimo sigue clavado en $322.200, una cifra que no alcanza ni para llenar el changuito del supermercado.
Desde agosto no se mueve un peso, y el Gobierno recién ahora decide convocar una reunión “clave” para definir lo que en la calle ya se sabe: los trabajadores están al borde del colapso.
El Consejo, integrado por representantes de empresarios y sindicalistas designados por el propio Poder Ejecutivo, discutirá cuánto valdrá trabajar 48 horas por semana en la Argentina de Milei. También se hablará de las prestaciones por desempleo, otro número que quedó congelado mientras el desempleo crece y las changas desaparecen.
Todo se hará por Zoom, en un país donde los comedores se multiplican y la clase media desaparece. Una reunión virtual para un drama real.
Desde el oficialismo hablan de “responsabilidad fiscal” y “equilibrio macroeconómico”, pero en las góndolas, en las casas y en los bolsillos, solo hay vacío. Cada día que pasa sin actualización del salario mínimo es una condena más para millones de argentinos que viven al límite.
El Gobierno, que promete libertad y eficiencia, sigue administrando pobreza con resoluciones publicadas a las tres de la mañana. Mientras tanto, los sueldos se licúan, las tarifas suben y el hambre no espera un Zoom.