La gira de Javier Milei por Israel no fue una simple visita diplomática: fue una declaración ideológica de alineamiento total con el gobierno de Benjamin Netanyahu, en un momento crítico para la política israelí y con una fuerte carga simbólica en clave regional. En el centro del discurso presidencial estuvo el pedido de liberación de los rehenes argentinos secuestrados por Hamas en Gaza, pero el gesto político excede el reclamo humanitario. Lo que se consolida es una alianza estratégica, religiosa y discursiva entre el oficialismo argentino y el Estado israelí.
El reclamo por los rehenes: entre la política exterior y el uso interno
Durante su paso por Jerusalén, Milei exigió la liberación inmediata de los cuatro ciudadanos argentinos secuestrados por Hamas desde el ataque del 7 de octubre de 2023. El reclamo estuvo dirigido a reforzar su postura internacional contra el terrorismo, una narrativa que repite tanto en foros multilaterales como en entrevistas. “El combate al terrorismo nos une como naciones”, afirmó, señalando a Irán como actor responsable detrás del accionar de Hamas.
El mensaje, aunque humanitario, también tuvo un claro objetivo político: posicionar al Gobierno argentino como parte del bloque occidental que respalda sin matices al Estado de Israel en su conflicto con las milicias palestinas. En ese mismo tono, Milei fue categórico: “No nos doblegaremos ante la crítica fruto de la cobardía o directamente en la complicidad con la barbarie”.
Una relación ideológica: Milei, Netanyahu y el nuevo eje libertario-israelí
En paralelo a los gestos humanitarios, el vínculo entre Javier Milei y el gobierno israelí se profundiza en términos ideológicos. La relación con Netanyahu tiene componentes estratégicos y doctrinarios. Ambos líderes comparten una mirada beligerante sobre el terrorismo, una retórica de “luz contra oscuridad” y la convicción de que la política internacional debe expresarse sin ambigüedades frente a Irán, Hezbollah y Hamas.
Además, Milei planea firmar con Netanyahu un Memorando de Entendimiento sobre Democracia y Libertad, lo que refuerza su idea de un “frente civilizatorio” frente al eje islamista y populista que, según su visión, amenaza los valores de Occidente.
La gira también incluyó visitas simbólicas al Muro de los Lamentos y al kibutz Nir Oz —atacado por Hamas en 2023— y el anuncio de que donará el millón de dólares del Premio Nobel Judío a campañas contra el antisemitismo en América Latina. Estos gestos apuntan a construir una narrativa de cercanía espiritual y cultural entre Argentina e Israel, que Milei intenta institucionalizar como política de Estado.
Diplomacia paralela y cálculo político
Milei llegó a Israel en un momento político delicado para Netanyahu, que enfrenta una posible caída parlamentaria ante la ruptura de su coalición. El encuentro bilateral se produce un día antes del inicio de las votaciones en la Knesset que podrían abrir un proceso de transición en el poder. A pesar del contexto, el presidente argentino decidió avanzar con una agenda cargada, que incluye un discurso ante el Parlamento israelí, reuniones con altos funcionarios y un acto en la Universidad Hebrea.
La decisión de sostener el viaje, incluso con una Israel en crisis política interna, responde a una lógica clara: Milei busca consolidarse como un actor internacional respetado en sectores conservadores y sionistas. Para eso, necesita visibilidad, alineamiento claro y vínculos institucionales. De allí también la exclusión de la prensa en el encuentro con Netanyahu, y la hiperconcentración del relato en el eje seguridad-religión-libertad.
Un mensaje para América Latina
El acercamiento de Milei a Israel no es solo una estrategia de política exterior: es también una señal hacia América Latina. La donación del Premio Nobel Judío, su defensa de Israel frente a los ataques iraníes y la construcción de una narrativa “anti-barbarie” están pensadas para disputar sentido en la región. Milei busca erigirse como un líder regional del liberalismo pro-occidental, en contraposición con gobiernos que mantienen posturas más equidistantes o críticas frente a Israel.
Conclusión: más que una visita, un alineamiento
El viaje de Javier Milei a Israel reafirma el cambio de rumbo en la política exterior argentina. No se trata de una diplomacia pragmática ni de una búsqueda de equilibrio regional: es una apuesta ideológica, estratégica y comunicacional. Al elegir a Israel como escenario, Milei se inscribe en una narrativa global que divide al mundo entre aliados y enemigos, entre “civilización y barbarie”.
Con gestos religiosos, acuerdos bilaterales y una retórica intransigente, el presidente argentino consolida una alianza que no es solo diplomática, sino también política, espiritual y simbólica. Y en esa alianza, Israel es mucho más que un socio: es un pilar del nuevo relato libertario en el tablero global.