El Gobierno libertario decidió desactivar el acuerdo con China que permitía instalar un nuevo radar espacial en El Leoncito, San Juan. El proyecto, valuado en 350 millones de dólares y fruto de más de 30 años de cooperación científica con la Academia de Ciencias de China, fue desechado sin mayores explicaciones, en sintonía con la línea de subordinación a Estados Unidos que caracteriza a la gestión Milei.
Mientras en Neuquén sigue funcionando el primer radar chino —que despertó celos y presiones de Washington—, la Casa Rosada frenó los envíos de materiales desde Beijing y se negó a renovar el convenio con el CONICET y la Universidad Nacional de San Juan.
Desde la UNSJ lamentaron el cierre del proyecto, calificándolo como “un retroceso para la ciencia argentina” y recordando que el radar tenía fines estrictamente astronómicos. Pero para Milei, la ciencia local puede esperar: la prioridad es alinearse con el norte.
Una vez más, el gobierno que prometió “soberanía y libertad” se arrodilla ante los intereses extranjeros. Mientras China invertía en tecnología, el oficialismo prefiere la obediencia política. Argentina pierde un avance científico, pero gana un aplauso en Washington.