El Gobierno de Javier Milei mantiene firme su esquema de bandas cambiarias hasta 2027, buscando evitar sorpresas en el dólar y sostener una ilusión de desinflación. Sin embargo, la realidad del mercado y la presión de inversores internacionales apuntan a un camino inevitable: la liberación gradual del cepo para las empresas.
A pesar de que las personas físicas ya gozan de mayor libertad, las restricciones para las firmas se mantienen casi intactas. Incluso se reimpusieron trabas como la “restricción cruzada”, que impide comprar dólares vía MEP o CCL si se acudió al mercado oficial, una medida que, según estimaciones privadas, no detuvo la adquisición de USD 12.000 millones por parte de empresarios a través de los dueños de las firmas.
El dilema es claro: sostener el cepo limita la posibilidad de que Argentina vuelva a la categoría de mercado emergente, lo que dejaría fuera flujos automáticos de USD 2.600 millones en inversiones financieras internacionales. Además, la acumulación de reservas se ve amenazada por un ajuste de bandas del 1% mensual, mientras los analistas advierten que el corset de las restricciones conspira contra la normalización económica que tanto promete Milei.
En síntesis, el Gobierno se aferra a las bandas, pero la presión para flexibilizar los controles seguirá creciendo. La economía argentina se mueve entre la cautela oficial y la necesidad urgente de dólares, en un juego donde el cepo se mantiene como un castigo a la inversión y la previsibilidad parece cada vez más frágil.
El Gobierno de Javier Milei mantiene firme su esquema de bandas cambiarias hasta 2027, buscando evitar sorpresas en el dólar y sostener una ilusión de desinflación. Sin embargo, la realidad del mercado y la presión de inversores internacionales apuntan a un camino inevitable: la liberación gradual del cepo para las empresas.
A pesar de que las personas físicas ya gozan de mayor libertad, las restricciones para las firmas se mantienen casi intactas. Incluso se reimpusieron trabas como la “restricción cruzada”, que impide comprar dólares vía MEP o CCL si se acudió al mercado oficial, una medida que, según estimaciones privadas, no detuvo la adquisición de USD 12.000 millones por parte de empresarios a través de los dueños de las firmas.
El dilema es claro: sostener el cepo limita la posibilidad de que Argentina vuelva a la categoría de mercado emergente, lo que dejaría fuera flujos automáticos de USD 2.600 millones en inversiones financieras internacionales. Además, la acumulación de reservas se ve amenazada por un ajuste de bandas del 1% mensual, mientras los analistas advierten que el corset de las restricciones conspira contra la normalización económica que tanto promete Milei.
En síntesis, el Gobierno se aferra a las bandas, pero la presión para flexibilizar los controles seguirá creciendo. La economía argentina se mueve entre la cautela oficial y la necesidad urgente de dólares, en un juego donde el cepo se mantiene como un castigo a la inversión y la previsibilidad parece cada vez más frágil.