Milei se entrega a EE.UU. en pleno caos económico

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El Gobierno volvió a mostrar su dependencia total de Estados Unidos. Esta vez, el ministro del Interior, Diego Santilli, recibió al embajador norteamericano Peter Lamelas en Casa Rosada, justo cuando avanza —en secreto y sin detalles claros— el polémico acuerdo comercial con Washington.

Aunque lo presentaron como un simple “encuentro protocolar”, puertas adentro fue otra cosa. El Gobierno busca apoyo externo mientras empuja un pacto que podría atar aún más la economía argentina a los intereses norteamericanos. Incluso Javier Milei apareció en la reunión, marcando su alineamiento absoluto con la Casa Blanca.

El comunicado oficial habló de “cooperación y progreso”, pero evitó mencionar lo clave: apertura del mercado argentino, más importaciones de productos estadounidenses y una presión creciente sobre la industria nacional. Todo mientras Milei canceló a último momento su viaje a EE.UU., justo cuando debía cerrar partes del acuerdo. Más dudas, más secretos.

Lamelas, que lleva un mes en el país, ya recorrió medio Gabinete: Caputo, Petri, Sturzenegger, Lugones. Todos listos para garantizarle a Washington que las reformas se profundizarán, sin importar sus efectos sociales.

El borrador del acuerdo —oculto y sin debate— incluye eliminar aranceles y abrir sectores sensibles como carne, acero y aluminio. A cambio, Argentina dará ventajas a productos industriales y tecnológicos estadounidenses, debilitando aún más a los productores locales.

La Casa Blanca ya dejó claro que evaluará “seguridad nacional” para definir beneficios. En otras palabras: Estados Unidos tendrá la última palabra sobre qué vende Argentina y en qué condiciones.

El temor es claro: que vuelva el modelo de 2018, cuando Trump impuso cupos que frenaron exportaciones argentinas. Ahora, con Milei alineado, el riesgo de repetir esa historia es enorme.

En un país con inflación desbordada, salarios hundidos y tensión social, el Gobierno avanza con un pacto que podría profundizar la dependencia económica y dejar al mercado local a merced de decisiones extranjeras.

Detrás de la foto sonriente con el embajador, se esconde un acuerdo que se negocia sin transparencia y que podría marcar al país durante décadas.

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