Milei vs. Villarruel: la interna libertaria se transforma en guerra abierta

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La derrota legislativa del oficialismo en el Senado desató una feroz interna en la cúpula del poder. El presidente Javier Milei, lejos de buscar recomponer la relación con su vice, Victoria Villarruel, optó por escalar el conflicto: difundió desde su cuenta oficial mensajes en los que la acusan de “traidora”, “populista” y “burra”, en un gesto inédito de agresión institucional entre un presidente y su compañera de fórmula.

Aunque formalmente no puso esas palabras en su boca, Milei reposteó tuits de aliados como Santiago Oría y medios ultralibertarios como La Derecha Diario, que cuestionaban duramente a Villarruel por haber permitido la sesión en la que el Senado le propinó un nuevo revés legislativo. El presidente, además, compartió una encuesta que mostraría respaldo popular a su gestión y coronó el mensaje con una frase de campaña: “La libertad arrasa en octubre”.


Una interna que ya no se disimula

La relación entre Milei y Villarruel viene fracturada desde hace meses, pero con este episodio entró en zona de no retorno. La vicepresidenta, que siempre cultivó un perfil más institucional y dialoguista con el Senado, quedó en el centro de las críticas del ala más dura del oficialismo luego de que se negara a bloquear una sesión que derivó en la aprobación de leyes contrarias a la estrategia fiscal del Gobierno.

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En ese contexto, Patricia Bullrich —una de las espadas más leales del presidente y eventual candidata a senadora por CABA— fue la primera en atacarla públicamente. En plena sesión la acusó de “avalar un golpe institucional”, en línea con el relato oficial de que la oposición busca sabotear el plan económico libertario.

Lo que sorprendió fue que, en lugar de calmar las aguas, el propio Milei se sumara activamente al hostigamiento, validando con retuits una narrativa incendiaria contra su propia vice. En los hechos, el presidente rompió toda forma de convivencia institucional dentro del Ejecutivo, y dejó expuesta una grieta en el corazón del poder libertario.


Villarruel contraataca

Lejos de guardar silencio, Villarruel respondió desde sus redes con un tono cada vez más confrontativo. Defendió su rol como presidenta del Senado, criticó el estilo autoritario de Milei y lo acusó de gobernar de espaldas a la sociedad: “Un jubilado no puede esperar y una discapacitada menos. Que ahorre en la SIDE y en viajes”, escribió. También denunció que el presidente y su entorno hacen uso discrecional de recursos del Estado mientras miles de argentinos caen en la pobreza.

Villarruel dejó en claro que, si bien aún forma parte del gobierno, ya se posiciona como una figura autónoma y eventualmente opositora. Su tono, su defensa de derechos básicos y su rechazo al “populismo de élite” que aplica el oficialismo, marcan un quiebre ideológico y político.


Una crisis que erosiona la estrategia de poder

El conflicto con Villarruel no es solo personal. Se inscribe en una crisis más amplia de gobernabilidad, donde Milei no logra articular mayorías legislativas y responde con amenazas de veto, judicialización y ofensivas discursivas. Mientras el presidente acusa a todos —gobernadores, Congreso, periodistas y ahora a su propia vice— de conspirar contra su gobierno, su base de apoyo institucional se debilita.

A la falta de diálogo real con los bloques parlamentarios se le suma una inestabilidad interna creciente, que complica su estrategia de sostener vetos y bloquear leyes aprobadas por amplio consenso. Villarruel, con su gesto de legalidad parlamentaria, le abrió una puerta a la oposición que ahora el oficialismo quiere cerrar a toda costa.


¿Un divorcio anticipado?

En la Casa Rosada aseguran que Villarruel no romperá antes de 2027, pero admiten que ya no hay relación ni coordinación. Temen que, si decide competir por fuera en un futuro, le reste un sector clave del electorado libertario, especialmente el más conservador y religioso. Es decir, Villarruel no solo es un problema de gestión, sino también de construcción política hacia 2025 y 2027.

En este clima, mientras el Congreso se apresta a avanzar con nuevos proyectos —como emergencia pediátrica y financiamiento universitario—, el Gobierno concentra sus energías en una ofensiva contrarreloj para conseguir los votos necesarios que respalden los vetos presidenciales. El margen es estrecho, y las internas, cada vez más públicas, no ayudan.

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