El Gobierno de Javier Milei vuelve a sacudirse por dentro. Mariano Cúneo Libarona, una de las figuras más resonantes del gabinete, confirmó que dejará el Ministerio de Justicia tras las elecciones. Su salida, que ya había sido anticipada en los pasillos oficiales, se convierte en otro golpe político en un momento clave para el Ejecutivo.
El reconocido abogado, que había asumido con el objetivo de encarar una reforma profunda del sistema judicial, comunicó su decisión al propio Presidente semanas atrás. Según trascendió, su renuncia se formalizará en los próximos días, aunque desde su entorno aseguran que lo hace “en buenos términos” y por “motivos personales”. Sin embargo, detrás de esa versión amable se esconde una realidad más compleja.
Dentro del Gobierno, la salida de Cúneo Libarona se interpreta como parte de un reacomodamiento general del gabinete que Milei planea ejecutar después de los comicios. En Balcarce 50 admiten que el Presidente busca “oxigenar” su equipo y rodearse de funcionarios más alineados con la conducción directa de su círculo más íntimo, encabezado por Santiago Caputo y Karina Milei.
El ministerio que deja vacante no es uno menor. Justicia fue, desde el comienzo de la gestión, uno de los frentes más sensibles. La relación con los jueces, las demoras en las designaciones de magistrados y las tensiones por la reforma judicial mantuvieron a Cúneo Libarona bajo presión constante.
En las últimas semanas, su figura había quedado desplazada del eje de poder. El avance de Sebastián Amerio, actual secretario de Justicia y hombre cercano al entorno presidencial, ya se percibe como un cambio inminente. Amerio, según trascendidos, sería el elegido para ocupar la cartera y darle un perfil más técnico y disciplinado a la gestión judicial.
La eventual llegada de Amerio también podría abrir la puerta a una fusión entre Justicia y Seguridad, una idea que ya circula en los despachos oficiales para concentrar el control político de ambos ministerios bajo un mismo comando.
Con esta renuncia, Cúneo Libarona se suma a una lista que ya incluye la salida de Gerardo Werthein de la Cancillería y otros funcionarios clave que abandonarán el gabinete antes de fin de año. La sensación en la Casa Rosada es que comienza una nueva etapa: menos plural, más cerrada y con un tono marcadamente político.
El propio ministro saliente buscó bajarle el tono al escándalo y dijo que se va “muy feliz” y con el deseo de “recuperar afectos y volver a la vida privada”. Pero la decisión sacude al Gobierno en un momento crítico, cuando Milei necesita mostrar estabilidad y cohesión interna frente a los votantes.
El mensaje es claro: Milei prepara una reconfiguración total de su gabinete. Y cada movimiento, lejos de ser casual, marca el rumbo de un poder que busca concentrarse aún más en su núcleo duro.
Mariano Cúneo Libarona se va. Pero la pregunta que queda flotando en el aire es quién será el próximo.