Presupuesto 2026: caos y tensiones en el Gobierno

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El Gobierno enfrenta su primera gran prueba poselectoral en un clima de tensión política, desorden interno y negociaciones que no terminan de cerrarse. El objetivo oficial es aprobar el Presupuesto 2026, pero ni siquiera logró avanzar con el primer paso clave: la conformación de la comisión de Presupuesto y Hacienda en Diputados, que fue postergada y dejó expuestas las debilidades del oficialismo.

Mientras desde Casa Rosada intentan transmitir tranquilidad, en los pasillos del Congreso se habla de todo lo contrario: acuerdos que no llegan, gobernadores que desconfían y una oposición que empieza a endurecer su postura. El relato libertario choca con la realidad: sin mayoría propia, el Gobierno depende de los mismos sectores que prometió combatir.

La demora no es menor. Dentro del propio oficialismo admiten que faltan definiciones políticas y que todavía no están cerrados los acuerdos con las provincias. También hay tensión por el reparto de los lugares en la comisión, una señal de la pelea por poder que atraviesa al Congreso.

A esto se suma el frente abierto con la Ciudad de Buenos Aires por la deuda de coparticipación. Las reuniones se repiten, pero no hay avances concretos. Luis Caputo aparece como el principal freno a cualquier concesión, reforzando la imagen de un Gobierno más preocupado por el ajuste que por la gobernabilidad.

El plan de la Casa Rosada es acelerar los tiempos: integrar la comisión, sacar dictamen en tiempo récord y llevar el Presupuesto al recinto en cuestión de días. Sin embargo, en Diputados nadie cree que ese cronograma sea realista. Faltan votos, sobran dudas y crece el malestar incluso entre los aliados.

En paralelo, el Senado se prepara para otro foco de conflicto: la reforma laboral. La CGT ya está en alerta y los gobernadores se mueven para condicionar el trámite. Patricia Bullrich intenta mostrarse al frente de la estrategia, pero el desgaste político es cada vez más evidente.

El Presupuesto 2026 iba a ser la gran prueba de fuego del Gobierno tras las elecciones. Por ahora, expone una gestión que promete orden, pero muestra desorganización, internas abiertas y una creciente pérdida de control del escenario político.

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