El 4 de junio de 2025, Lee Jae-myung asumió la presidencia de Corea del Sur tras una ajustada victoria electoral que puso fin al mandato conservador y marcó el regreso del Partido Demócrata al poder. Con un 49,4% de los votos frente al 41,2% de su rival Kim Moon-soo, Lee capitalizó el descontento social y la crisis política tras el intento de golpe de Estado del expresidente Yoon Suk-yeol. Sin embargo, su figura es polémica y despierta incertidumbre tanto en el ámbito nacional como internacional.
Lee es un político con fuerte presencia mediática y trayectoria en la política local, habiendo sido gobernador de la provincia de Gyeonggi, la más poblada del país. Su estilo combativo y directo lo ha hecho popular en sectores progresistas, pero también generó críticas por su gestión y algunas investigaciones judiciales por supuesta corrupción, aunque nunca condenado. Su narrativa gira en torno a la justicia social y la lucha contra la desigualdad, pero sus métodos despiertan cuestionamientos sobre su capacidad para gobernar con consenso.
En política exterior, Lee prometió una diplomacia pragmática, buscando equilibrar las relaciones con Estados Unidos y Corea del Norte. Su disposición al diálogo con Pyongyang genera expectativa pero también alerta, ya que algunos temen que su política pueda debilitar la posición surcoreana frente a un régimen autoritario y poco confiable. La tensión en la península coreana sigue siendo alta, y cualquier paso en falso podría desestabilizar la región.
En lo económico, Lee anunció un plan de estímulo fiscal millonario para afrontar la desaceleración económica y apoyar a los sectores más vulnerables. Sin embargo, su gobierno arranca con desafíos internos serios: deberá reconstruir una administración debilitada tras la crisis política y enfrentar la resistencia de sectores conservadores que no ven con buenos ojos sus reformas.
Por último, Lee debe lidiar con un escenario internacional complejo, donde la relación entre Corea del Sur y Estados Unidos atraviesa tensiones por temas comerciales y militares, y donde la creciente alianza entre Corea del Norte y Rusia complica la geopolítica regional. La presidencia de Lee Jae-myung será una prueba de su capacidad para gestionar no solo la crisis interna, sino también para mantener el equilibrio estratégico en un entorno volátil.