A solo un mes de su designación, Eduardo Viramonte Olmos renunció como Secretario Administrativo del Senado, argumentando que no contaba con las facultades necesarias para ejercer el cargo. En su carta de renuncia, expresó que razones de decoro y ética republicana le impedían continuar en el puesto. Viramonte Olmos, abogado cordobés y persona de confianza de la vicepresidenta Victoria Villarruel, había sido nombrado con el objetivo de gestionar aspectos administrativos y presupuestarios de la Cámara Alta.
Fuentes parlamentarias indicaron que Villarruel había decidido no delegar ciertas facultades clave, como las relacionadas con licitaciones y presupuesto, lo que habría limitado el margen de acción de Viramonte Olmos. Aunque se le había informado previamente sobre estas restricciones, su renuncia sorprendió al entorno de la vicepresidenta. Este movimiento se da en un contexto de reestructuración del equipo de colaboradores de Villarruel, quien ha incorporado nuevos nombres para fortalecer la gestión y mejorar las relaciones tanto dentro del Senado como con la Casa Rosada.
La salida de Viramonte Olmos se suma a otras modificaciones en el equipo de Villarruel, incluyendo la incorporación de Claudio Gallardo, Mario Russo, Iris Speroni, María Eugenia Tasende, Francisco Funes y Juan Manuel Gestoso Presas. Estos cambios reflejan la intención de la vicepresidenta de consolidar un equipo más alineado con su estilo de gestión y de enfrentar una nueva etapa en medio de tensiones con el Ejecutivo y la necesidad de fortalecer los vínculos con los senadores.