Desde las 8 de la mañana de este viernes comenzó a regir en toda la provincia de Buenos Aires la estricta veda electoral, que impone un freno total a la campaña y coloca a los partidos políticos bajo la lupa. La medida se mantendrá hasta las 21 del domingo, tres horas después del cierre de los comicios.
La tensión crece porque durante estas horas está absolutamente prohibido realizar actos proselitistas, repartir boletas, difundir encuestas o instalar propaganda en medios y redes sociales. Quien viole la norma se expone a sanciones económicas que pueden llegar a cifras siderales.
El impacto también se sentirá en la vida nocturna: desde el sábado a las 20 quedará vedada la venta de bebidas alcohólicas y bares, boliches y restaurantes deberán acatar la restricción. Los controles serán férreos y no se descartan fuertes operativos policiales.
La cuenta regresiva ya está en marcha. Más de 14 millones de bonaerenses están habilitados para votar y decidirán la renovación de 46 diputados y 23 senadores provinciales, además de concejales y consejeros escolares en cada municipio.
Con un escenario político encendido y la incertidumbre en el aire, la veda se transforma en un verdadero corset para candidatos y electores. La provincia más poblada del país se prepara para una jornada histórica que promete sacudir el tablero político nacional.