La participación de Rigoberto Hidalgo en la Derecha Fest organizada por el oficialismo en Córdoba no fue un hecho aislado ni meramente anecdótico. Su presencia —cargada de declaraciones ultraconservadoras, negacionismo y discursos de odio— permite leer con mayor claridad el perfil ideológico que cultiva el entorno más radical de Javier Milei.
Con apenas 25 años, Hidalgo se presenta como “filósofo cristiano” y conferencista internacional. Pero lejos de ofrecer profundidad académica o reflexiones con sustento, construye un personaje basado en frases provocadoras, retórica moralizante y negación de derechos humanos básicos, especialmente en temas como el aborto, la diversidad sexual y el laicismo.
Discursos de odio disfrazados de cruzada espiritual
Desde el escenario cordobés, Hidalgo lanzó una serie de consignas que evidencian su pertenencia al sector más reaccionario del espectro político. “No existen los gays”, “el aborto es basura”, “el ateísmo es basura” o “la bandera LGBTQ+ es basura metafísica” son algunas de las frases que pronunció sin pudor ni matices.
Su mensaje apunta a fundir libertarismo con dogmatismo religioso, en una supuesta “batalla espiritual” entre el bien y la decadencia. De este modo, reproduce una lógica binaria y excluyente, donde cualquier disidencia es demonizada. Esta es una característica común entre varios referentes de La Libertad Avanza (LLA), que buscan reforzar una narrativa apocalíptica y salvacionista.
Negación de derechos como núcleo ideológico
Lejos de apelar a argumentos racionales o datos científicos, Hidalgo repite fórmulas emocionales. Equipara la conducta homosexual con el alcoholismo, niega el derecho al aborto incluso en casos de violación, y desestima el rol del Estado en la ampliación de derechos, al considerarlos como imposiciones ideológicas.
El objetivo de este tipo de discurso no es debatir sino polarizar. Es el mismo esquema que aplica Milei en sus intervenciones públicas: la desacreditación sistemática de quienes piensan diferente, el desprecio hacia el conocimiento científico y la reivindicación de valores supuestamente “naturales” o “originales”, sin mayor justificación que la fe personal.
Un personaje funcional a la narrativa oficialista
La selección de Hidalgo como orador en un evento impulsado por el entorno presidencial no fue inocente. En lugar de promover el debate o el pensamiento crítico, se buscó a un referente que repita y refuerce un discurso simplista, cargado de frases virales y sin base empírica. Su performance responde al objetivo político de movilizar emocionalmente a las bases libertarias mediante el miedo, la indignación moral y el rechazo al pluralismo.
Durante una entrevista posterior en Radio Con Vos, quedó expuesta su intolerancia al disenso. Ante preguntas sobre su vida personal, formación académica o fuentes de financiamiento, Hidalgo reaccionó con sarcasmo, evasivas y maltrato. Al igual que otros exponentes de LLA, se siente cómodo en el monólogo, pero incapaz de argumentar en el terreno del diálogo.
¿Por qué Milei lo necesita?
Hidalgo representa un tipo de perfil que el oficialismo busca amplificar: joven, fanático, intransigente, y dispuesto a defender ideas extremas sin dudar. No importa su formación real ni la consistencia de su pensamiento: lo que importa es que sirva para galvanizar a los propios y escandalizar al resto.
Como otros personajes del “universo Milei”, su figura cumple una función estratégica: reforzar los límites del discurso aceptable, correr el debate hacia la derecha y presentar las críticas como parte de un complot progresista o “colectivista”.
Conclusión: un síntoma del rumbo ideológico del Gobierno
La presencia de Rigoberto Hidalgo en la Derecha Fest no es un hecho aislado ni un exabrupto. Es una muestra clara de hacia dónde se dirige el proyecto político libertario: una alianza entre liberalismo económico extremo y conservadurismo moral rígido, que promueve el autoritarismo cultural mientras desmantela el Estado.
Lejos de ser un pensador o un académico, Hidalgo es una pieza de propaganda. Y su incorporación al relato oficialista refleja con nitidez el núcleo ideológico del gobierno de Javier Milei: intolerante, antiderechos y orgullosamente reaccionario.